lunes, 12 de mayo de 2014

La Sospecha (IV)










...Continuación (III)

Antes de leer la nota de Luis, Sara se temía lo peor, pero no quería adelantar acontecimientos, como esos lectores de novelas que desde la primera página creen vislumbrar el desenlace final.
Vapuleada por la vida, en una ciudad extraña y habiendo sido traicionada por sus hombres de confianza; una sombra de sospecha recayó sobre la nota cerrada que bailaba entre sus dedos temblorosos.
-¿Sería Luis, capaz de hacer algo así?- era su última esperanza. Sara abrió el sobre:

-Querida Sara:
He recibido tus mensajes y te respondo lo más pronto posible. Estoy de viaje por la Camargue, ayer llegamos a Arles. Te adjunto el billete del vuelo 704 para tu regreso a España el próximo lunes. No podremos recogerte en el aeropuerto por razones obvias. Lo siento de verdad.
Nos veremos en dos semanas cuando regrese de Francia. No te preocupes por nada.
Te deseo un buen viaje
Tu hermano Luis.

Una sonrisa de alivio se dibujó en el pálido rostro de Sara.
No había perdido la confianza en su hermano, pero pensó en su cuñada Rut, nunca se cayeron bien la una a la otra. Rut tenía un carácter antipático y dominante. Era una de esas personas que quieren tener el control de todas las situaciones porque piensa que nadie puede hacer las cosas mejor que ella. Sara había visto escenas que avergonzaban a todos los que estaban con Rut, y sentía pena por su hermano que aceptaba sumiso todas sus quejas.
Luis ya no era el mismo de siempre, se notaba cansado y bajo de moral y Sara lo atribuía a su matrimonio con Rut, al carácter violento y terco de su cuñada.
Recordó el día de la despedida, cuando fue a cenar con su hermano y la familia. Los niños estaban atemorizados por una discusión anterior con su madre y no abrieron la boca más que para comer despacio. Cuando todos habían elegido el menú, Rut pidió que le cambiaran algo de la carta, retrasando así la comanda de todos y después protestó por la tardanza del servicio ensañándose con la pobre camarera, que estuvo a punto de romper a llorar.
Sara sabía que Luis nunca se enfrentaría a su mujer, pero no por falta de buenas razones, sino por evitar otro encuentro desagradable de gritos e insultos mutuos; pero sopesaba hasta qué punto podría influir Rut en sus decisiones sobre el patrimonio, sobre el que ostentaba el poder concedido para la administración de los bienes.
Brillaban las primeras luces del alba, cuando agotada por la sospecha, Sara se tendió sobre la cama.












3 comentarios:

  1. Bueno, acabo de leerme todos los capítulos y he de decir que de ser Sara, también estaría con el alma en vilo ante las posibles malas consecuencias de su acto de desidia con su patrimonio. De todos es sabido lo que logra el dinero con las personas...
    Ahora la siento dando bandazos sin ubicación, como pajarillo en busca del nido que dejó donde la seguridad parecía imperdible.
    Quiero pensar que algo bueno sobrevolará su experiencia desoladora, que ese hombre misterioso dará un toque sensual y amoroso a su truncada existencia y que la música devolverá todo a su lugar.
    Claro que yo, como ves, de imaginación, romanticismo e ilusorio felicismo voy más que sobrada!
    :)
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Terminado de leer todos los capítulos y me gusta ya me he enganchado
    A la espera de otros
    Un beso

    ResponderEliminar
  3. Pues un bonito post.

    ResponderEliminar