jueves, 25 de septiembre de 2014

KY

Desde el trono, vuelan los ojos marrones por el eléctrico azul.
Escriben historias de nómadas desde la casa de la luz,
Páginas y páginas apenas sujetas por el hilván de las palabras.
Sombras que se infiltran en las noches soñadoras.
y se adueñan del espacio paso a paso, sin sobresaltos
esperando una cita sin fecha en el eterno viaje de las horas.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Escocia está mirando al mar.



Foto de la portada del disco de "Presos de la Epoca", con su canción "Escocia".

Los ciudadanos han elegido, como siempre lo peor. Escocia no quiere ser un país independiente.
La opinión de las masas es la opinión de los ingenuos desde que existe la democracia. La historia demuestra que todas las decisiones consultadas y los políticos electos, han sido siempre lo peor para el pueblo. No quiere decir que el pueblo sea tan masoquista que elija, en aparente libertad, su propio sufrimiento; sino que se le engaña desde la base, desde las falsas promesas, desde la pregunta tendenciosa de la consulta y la amenaza de las consecuencias.
Como explica Rouseau, el ser humano es bueno y confiado por naturaleza, temeroso al cambio y tendente a lo conocido, a lo familiar. Los políticos lo saben y emplean su estrategia para disfrazar su ambición de poder o sus intereses particulares. No importa si las estrategias son descubiertas, o si hay voces críticas que delatan sus engaños, si con éstos consiguen el voto de la mayoría.

Europa y gran parte del mundo estaba pendiente de los resultados del referéndum escocés, especialmente los países con regiones de pretensiones secesionistas, la Padania en Italia, el nacionalismo flamenco en Belgica, y vascos y catalanes en España; pero la mayoría de los escoceses votó en contra de la independencia del Reino Unido, y ese será su destino durante los próximos años.











sábado, 13 de septiembre de 2014

El tiempo ausente



"Mañana y mañana y mañana...
...Apágate de una vez fugaz candela,
La vida es una sombra que pasa...
Es una historia contada por un idiota
llena de ruido y de furia.
Que no significa nada".
                                     Macbeth (W. Shakespeare)


Sea una transición la vida,
entre el nacimiento y la muerte
con su dolor, su soledad y su alegría.
Sea bienvenido el tiempo ausente,
después de jugar esta partida.

La efímera belleza de los cálidos días,
la eternidad que se sucede permanente,
de las almas que quedaron suspendidas,
a la espera de una mejor suerte,
mientras nace una serie parecida.

Será breve el tiempo presente,
si se da la batalla por perdida,
aún siendo herido gravemente,
por mantener la vela encendida
dejando las horas inertes.

Vuela en el corazón herida
la esperanza del que siente
que tan solo bastaría
que después del tiempo ausente
la vida continuaría.






jueves, 11 de septiembre de 2014

Lo que no fue




Todo aquello quedó prisionero del pasado.
Pudo ser de otra manera, aún hay tiempo de volver a dar los besos que no he dado.
Un soplo inesperado del viento puede remontar el vuelo, y volver a amar lo amado.
Si es verdad que nunca se regresa, también es cierto que lo vivido espesa.
Todo pudo ser lo que no fue.
Lo leve es lo imaginado, lo que no deja huella en el camino andado y se evapora.
¿Quién dice que la ficción no es el aquí y ahora? si lo que tuve entre mis brazos fue tan real como una nube soñadora.
Dejé de pensar para existir, me quedé para partir, para sentir la pasión salvaje que me impidiera seguir el viaje de ser el que fui, el que seré.
Todo pudo ser lo que no fue.
Un pensamiento, otra decisión o un arrebato, hubiera cambiado este destino ingrato, que quizás el tiempo desfigure cuando yo ya no esté
Todo pudo ser lo que no fue.





martes, 9 de septiembre de 2014

El camino del olvido





El calor sofocante de estas latitudes, próximas al trópico de Cáncer, unido a la humedad pegajosa que se confunde con el sudor salobre del cuerpo, me obligó a sumergirme en la bañera por tiempo indefinido. Perdí la cuenta de las horas, ni siquiera sentí como se arrugaba la piel, empezando por las yemas de los dedos. Una inmensa paz, parecida a la de los sueños más profundos, se fue apoderando de mi ser consciente como si el cuerpo fuese cambiando de estado hasta confundirse con la leve densidad del agua. Los huesos comenzaron a reblandecerse y comprendí que me estaba disolviendo.
La puerta del baño quedó entreabierta, por lo que no encontró obstáculo alguno cuando llegó la dueña de la casa, y vio la bañera llena de agua limpia, aunque no pudo disimular su extrañeza al comprobar que nadie más estaba en la casa. Después de pronunciar mi nombre repetidas veces, sin encontrar respuesta, levantó el tapón con la cadena y desaparecí por el sumidero.

Había transcurrido cierto tiempo de tan surrealista episodio, cuando la dueña regresó a la casa para reclamarme el alquiler, sorprendida por ser la primera vez que me retrasaba en el pago. Recogió del buzón la abundante correspondencia acumulada en ese tiempo; cartas del banco y de los suministros impagados con educadas amenazas de suspensión de la energía. Pero al no encontrarme, decidió acudir a la policía donde denunció mi desaparición y la reclamación de la deuda.
Es curioso comprobar cuando crees que a nadie le importas, la cantidad de gente e incluso instituciones y empresas, que empiezan a preocuparse por ti cuando dejas de pagar los recibos.
La policía comprobó que todas mis pertenencias seguían en la casa; la ropa en sus armarios y las maletas vacías en el altillo, ni una nota que justificase mi marcha. En las cuentas del banco, agotadas por los embargos, no encontraron ningún movimiento que delatase mi desaparición. También investigaron mis escasas relaciones, interrogando a gente que hacía meses que no veía y nadie pudo dar una pista de mi paradero. Por lo que decidieron archivar el caso a la espera de alguna prueba creíble para reabrirlo.
No había pasado demasiado tiempo cuando se inició el camino del olvido.
La casa volvió a alquilarse y los nuevos inquilinos enseguida la llenaron del calor de un hogar familiar y anodino. La policía continuó con el lucrativo trabajo de las multas a los despistados automovilistas y los viejos conocidos continuaron con sus vidas distraídas por los nuevos problemas de siempre. Ya ni siquiera llegaba el recuerdo distorsionado, que al principio les hacía opinar disparates sobre mi desaparición.

Yo nunca regresé, ahora vago en el olvido, en el ciclo perpetuo de las aguas y las fuentes que se deslizan desde los glaciales, entre las rocas de los ríos, hasta el océano de donde son absorbidas por el calor del cielo, formando viajeras y perezosas nubes, que descargarán en las tardes de Abril sobre los montes y los campos para volver a empezar su eterno recorrido.
Mientras tanto, alguien canta en la bañera contemplando su cuerpo temblar bajo el agua.

lunes, 8 de septiembre de 2014

La guerra de la Dependencia





Sólo los sabios saben mantener la distancia con el mundo. Ver las ciudades y los pueblos desde una nube y sentir que nada de lo que contemplan los pertenece y nada ni nadie puede decir que dependen de algo.
La guerra de la dependencia comenzó por algo tan humano como las necesidades, sean éstas económicas o afectivas, primarias o prescindibles y las mezclas correspondientes entre ellas. Y como en todas las guerras, arraiga la semilla del odio.
Es sabido que todos somos dependientes, de la sociedad y sus normas, de las leyes de cada país o del estado en que nos ha tocado vivir; pero en ésto, por inevitable, podemos firmar un armisticio, un alto el fuego en la lucha por las libertades, aunque sin bajar la guardia cayendo en la indiferencia.
La guerra más cruenta resulta cuando el enemigo es reconocible, es decir, en la relación de dependencia. Desde el nacimiento dependemos de los padres, que durante los primeros años resulta una relación llevadera, basada en el cariño; pero en el momento de estrenar la personalidad, buscando la independencia, comienzan las primeras fricciones, hasta que uno consigue o cree conseguir la autonomía afectiva y económica.
Una vez conseguida la desvinculación del hogar familiar, aún conservando los afectos, y la independencia económica que permite vivir por los propios medios, el sabio evitará caer en una nueva relación de dependencia, tanto con personas a su cargo como una relación en la que él mismo sea una carga para otro; lo que le llevará a una lucha permanente consigo mismo, terminando por ser su propia víctima.
La más cruel de las dependencia es la afectiva, el amor; por el que uno sacrificaría su libertad y la vida misma. Pero afortunadamente para ellos y para todos los demás, sabios, hay muy pocos.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Llueve




Aún está claro el día. Hay una luz intensa que me permite escribir sin las recurridas gafas, que a la luz del flexo son imprescindibles.
Como un oscuro ejército escondido tras el humo de los cañonazos, se van acercando los nimbos de la tormenta, avanzan inexorables; un cambio en el viento anuncia su llegada. Recojo mis papeles y me pongo a cubierto esperando la inminente lluvia, parece que los animales y alimañas campestres hacen lo mismo y van desapareciendo en sus secretos escondrijos.
El cambio brusco de las condiciones de la naturaleza, de lo seco a lo húmedo, podría parecer una hecatombe, una tragedia, al que asiste por primera vez a una transformación semejante.
La luz azul se ha retirado y el viento aumenta su fuerza en el batir de las hojas de los árboles, que bailan una ensayada coreografía. Un cielo gris cambia el color de las aguas del río, haciendo oscurecer las sombras de las barcazas temblorosas amarradas en el embarcadero.
Un fogonazo silencioso rasga por un instante la negra capota del cielo y una lluvia suave se posa sobre los campos y los tejados, a penas una cortina de encaje difumina el paisaje.
La tierra sedienta absorbe la primera oleada de agua fresca, desprendiendo un perfume de agradecimiento, pero en el camino asfaltado, donde rebotan las gotas como balas perdidas, se forman las primeras burbujas mientras la lluvia arrecia.
Con el cambio de luz, cambian los sonidos de la naturaleza. Los pájaros enmudecen y ahora se escucha el repiqueteo del agua tras los cristales. Una nueva sinfonía, precedida por un monótono redoble, se apodera de la escena, en la obertura pueden oírse los estruendosos timbales procedentes de un choque en cadena de las negras nubes.
Podía parecer una tormenta cualquiera, aunque todas son diferentes, si no fuera una fiesta para el niño descalzo que danza bajo la lluvia con la boca abierta hacia los cielos, empapado por el maná desconocido que recorre su rostro y su pelo.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Igualados (IV)

Bajo la fría penumbra de la lona del camión donde Martín había sido destinado, se apretaban los nuevos compañeros de destino, que tiritaban bajo las mantas. Él era un paquete más entre la silenciosa carga humana a la espera de un reparto incierto.
Martín comprendió que en determinadas circunstancias, en las precisas circunstancias que él mismo había vivido en las últimas horas, todos los hombres podían ser igualados, cuando las cualidades y las imperfecciones que caracterizan a cada individuo desaparecen y la sociedad se convierte en un montón de carne sucia y hedionda, cuando la dignidad y los valores humanos se esfuman y no queda más que un compendio biológico de células que siguen su camino para mantener la vida. ¿qué más da su afinada sensibilidad por la música?, ¿los conocimientos adquiridos por la educación y la experiencia?; cuando ante los ojos de la muerte no existe diferencia alguna y los hombres se matan bajo el análisis hipócrita de la comunidad internacional, disfrazada de ayuda humanitaria, que como un engañoso caballo de Troya, esconde en su seno el negocio armamentístico.
Martín debía tocar su violín en ésta parte del concierto en que el director había sido sustituido por militares insensibles a una improvisada partitura.
Sus temblorosos compañeros de viaje, seguían en silencio, sin esperanza, aguardando un destino que los devolviera a sus respectivas realidades y les devolviese sus diferencias. Quiso ver una llamarada de luz en aquellas miradas temerosas e huidizas, pero el terror se había apoderado de los espíritus. Quizás alguno pensaría en un plato de comida caliente sin resignarse a un cruel final por inanición.

En un bache del camino el camión dio un bote y un hombre joven saltó fuera del vehículo, pero sin darle tiempo a levantarse fue ametrallado desde el coche de escolta que los seguía. Nadie se detuvo excepto el cuerpo inerte que quedó tendido bajo las ruedas del convoy.
No había transcurrido mucho tiempo cuando los camiones se detuvieron en un descampado y los hombres fueron obligados a descargar y montar las tiendas de un improvisado campamento. No se veían alambradas ni nada que pareciera encerrar a los desorientados viajeros que obedecían las órdenes dócilmente. A medida que los camiones eran descargados, se alejaban por el camino empinado hasta que el rugir de los motores iba desapareciendo.  Cuando todos los retenidos hubieron ocupado las tiendas, se escuchó el silencio. Los últimos motores de los vehículos de escolta habían dejado de escucharse, y una voz dijo "Se han ido", "Se han marchado todos!", "Por fin somos libres".