domingo, 29 de septiembre de 2013

Volar




Si ayer fui el viejo océano, hoy puedo volar. La eterna frustración de los hombres. Vivo en el aire y soy su huésped. En el viento agito mis silenciosas alas, sobre el monótono zumbido de las corta-césped.
Tres alegres albatros me acompañan, como queriendo enseñarme lo que nacieron sabiendo, de mi ignorancia se ríen y con mi torpeza se ensañan. Planeamos sobre las aguas esmeraldas que dejan ver los pescados entre las algas. A la vista del alimento, se lanzaron voraces mis tres guardaespaldas, conteniendo el aliento como estrellas fugaces que cayeran en el mar. Yo sobrevolaba las rocas aprendiendo a pescar, cuando sacaron tres peces en las tres bocas. En la playa quedaron disfrutando de su manjar, cuando una corriente de aire me elevó como la cometa de un niño sobre la rubia arena.
Desde lo alto, la ciudad parece pequeña, rodeada de verdes campos que el otoño amarillea. En el centro se adivinan los campanarios entre brillantes obeliscos de bancos y oficinas, y diseminadas cajoneras de viviendas innobles.
Con un leve movimiento de inclinación sobre la punta de mis alas, cambia el rumbo en los azules caminos del cielo, sin obstáculos, sin apenas esfuerzo, sin derrochar más energía que la que emplea un hombre al dar un paso. Me encuentro frente a los afilados montes a la hora del ocaso que ya ocultan el sol y el horizonte. Coronaban las cumbres y los cerros antiguas nieves de invierno. Después de volar tantas jornadas, tantos destierros, sin encontrar reposo ni gobierno, vine a parar a ésta umbría en estos parajes agrestes, donde aún no llega el descanso de la vida.
Se cruzan en mi camino, bandadas de gansos silvestres que migran hacia el sur en busca de una nueva vida, no saben lo que les espera, pero confían en algo mejor que la escasez que dejaron en su tierra sin bandera.
Volando, volando me pierdo, en el lecho del aire, guiado por los vientos cambiantes del oeste, sobre los campos dormidos, por el camino celeste, entre las vagas nubes, divisando un suelo dividido entre las casas y las flores. Ascienden los aromas de la tierra y de los bosques como bálsamos calmantes de una soledad hecha de éter y ciega luz. Vuela mi espíritu extendido sobre el mundo, las alas abiertas en cruz, y el gozo de no estar atrapado por su gravedad, como vuelan los ángeles, en el silencio nocturno.


sábado, 28 de septiembre de 2013

El viejo océano





El viejo océano se presenta en su soledad con su voz permanente, monótona y atronadora, reclamando la atención de su eterna presencia.
Guarda los secretos de la historia con el celo de una abisal tumba.
Alberga tanta vida como alimento, incluso más que la tierra y el cielo, aún siendo depósito y sumidero.
Sus salobres aguas arropan una angustia profunda.
A pesar de su inmensidad se deshace en espuma con humildad, aunque de ella naciera la más hermosa de las diosas.
De su idilio permanente con la luna nacieron las mareas y bate su corazón alegre en el continuo reflujo de las olas.
El gran espejo de todos los cielos, luminosos azules, grises, pardos, negros. Y en la superficie, tiemblan los luceros.
Cuando cada tarde se incendia el horizonte, el océano devuelve los púdicos reflejos, cuando el sol en sus aguas se baña y deja en penumbra a "la balsa de piedra" que duerme en su lecho, desde el día en que Saramago hizo flotar a España, como un crucero a la deriva.
Vuelan los peces bajo los arrecifes, entre los tesoros que el mar esconde. Carabelas piratas, monedas de oro, esqueletos de grumetes y de condes. Todos los misterios que el océano envuelve con una líquida capa, se insinúan a la aventura y se disuelven.
Todas las olas que van, vuelven; como vuelve la lluvia que robaron las nubes en forma de viajeros  ríos desde las altas cumbres.
¿Qué saben del mar los marineros, los galeotes y almirantes?. ¿Qué saben del sortilegio de esponjas o hipocampos?. ¿Quién sabe desde la superficie, lo que se gesta en e el fondo?. ¿A quién revela el océano sus presagios? Quizás el mensaje de una botella que regresa a la misma playa del naufragio.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El Sueño Durmiente






Podría ser una reina durante el día, o un humilde carnicero que destaza las piezas antes de colgarlas en la cámara frigorífica. Podría ser un funcionario mezquino que oculta los escándalos familiares cada mañana al salir de casa o una artista solitaria que se inspira en los ocasos para realizar sus anónimos collages. Podría ser una mujer torturada, humillada y ultrajada cada noche en su indefensión o el canalla que abusa de ella ... pero cuando llega el sueño y el cansancio se apodera de los cuerpos, todos somos iguales.Todos duermen con la misma inocencia que da la inacción. La respiración se adivina lenta en el pecho y en el cuello. Lo sucedido en la jornada, en ese preciso momento, resulta irrelevante. La vida parece haberse tomado un lapsus mientras dura el sueño durmiente, tan parecido a la muerte, en su blanda tumba, que es la cama donde yacen los cuerpos inconscientes.
Nadie puede juzgar, despreciar o alabar a un ser dormido mientras permanece en ese estado, como si la vida hubiera huido de su cuerpo inerte. Esa es la impunidad del sueño.
Pero dentro de la profundidad del que duerme, se desata la actividad de la mente. Tras esa aparente inocencia que su rostro desprende, habitan los fantasmas secretos proyectados en las tres dimensiones del espacio, activando todos los sentidos, vertiginosos acantilados, rechinar de dientes y quién sabe los oscuros significados de los sueños que cada uno tiene.
El sueño nos iguala como la muerte, pero lo que nos diferencia es aquello con lo que soñamos. Quizás sea en los sueños donde nos identificamos con las luces y las sombras del pasado. En la individualidad del inconsciente somos tan únicos como cuando despertamos.
Dormir y despertar, quizás sea la parodia diaria de morir y resucitar.


sábado, 21 de septiembre de 2013

Gastronomía cruda





Una de mis primeras publicaciones en una revista de opinión, fue una columna sobre la estructura social de la ciudad, con el siniestro nombre de "Necrópolis" en la que hablaba de la estructura binaria de lo sagrado y lo profano, aunque aún no había leído a Claude Lévi-Strauss. Entonces, un abogado mafioso de la ciudad, me hizo el honor de ofenderse con mi artículo, dándolo así mayor expedición, aunque vino a buscarme encolerizado y rojo de ira con un ejemplar de la revista en la mano amenazándome con que me "iba a comer mis palabras", aunque en la columna publicada no había referencia a persona alguna. Ante lo ridículo de la situación, respondí con ironía que preferiría un Chardonnay semi-seco de producción reciente. Entonces cumplió su amenaza. Me metieron en la boca el ejemplar entero de la revista, empujándolo hasta atragantarme en medio de espasmos y arcadas para terminar marchándose satisfechos.
Hoy, que después de comer calabazas y zanahorias hervidas, me viene aquel ancestral gusto de celulosa; pienso de nuevo en Lévi-Strauss, en su libro "Lo crudo y lo cocido", en el que dice que lo civilizado es cocinar la comida, mientras que asocia con el salvajismo primitivo, el hecho de comer crudo.
No sé lo que pensaran los devoradores de Jamón ibérico, los japoneses que comen pescado crudo, o los vegetarianos crudívoros defendidos por Percy Bysshe Shelley, pero no creo que pertenezcan a una cultura "atrasada". Pero tu, que eres una persona civilizada y preparas unas pechugas de pollo para la cena, mientras las diseccionas en filetes; no sé si piensas en la actividad que tuvieron en la pobre gallina, en su funcionamiento interno o si tienes una visión de su anatomía, aunque sea inevitable pensar en algo mientras cocinas.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Nosotros los contemporáneos.






Hasta ahora, estas palabras que estas leyendo en éste momento, permanecían dormidas. Han sido necesarios tus ojos para devolverlas a la vida. Ahora bailan en tu cerebro a la espera de encontrar significado, eran notas mudas en una partitura olvidada aguardando un instrumento que las haga cantar.
Las escribí solo para ti, tu sin saberlo y por fin ha llegado el momento de cantarlas juntos, porque leer y escribir se hacen desde el mismo aislamiento y en la misma intimidad y ésta complicidad, nos une y nos sumerge en este fluir insensato de las palabras, que nadie más puede interferir; a solas tu y yo.
Y voy a aprovechar este momento sublime, ante tus ojos, para mostrarme impúdicamente entre el repertorio de imágenes que alberga tu mente. Sí, así soy yo, inconexo, singular, a veces oscuro, el excéntrico que permanecía agazapado entre las letras para darte una sorpresa, esperando que empezaras a leer para que rompieras el hechizo al pronunciar calladamente el conjuro que hacía languidecer en silencio estas palabras en estado latente.
Ha sido breve pero intenso, este momento a solas, tan intimo, que hemos creado a medias, entre los dos. Tu abriste la página y aquí me encontraste, si, ya sé que podrías haber llegado a otra página, a un libro o a un cuento quizá, pero el destino te ha traído hasta mi, para llegar a éste final feliz, que puede ser el  principio de una hermosa historia.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Libertad






La Libertad quizás no exista en términos absolutos, como la felicidad - la principal consecuencia de esa utópica libertad- o al menos nadie ha conseguido elaborar una definición acertada. Pero se ha escrito mucho sobre la libertad y todos hemos pronunciado muchas veces su mágico nombre. Precisamente John Stuart Mill en su gran obra "Sobre la libertad" tampoco la encuentra en su total inmensidad en el individuo, sino que la limita al encontrarse con el perjuicio causado a otro. Aún así, he disfrutado leyendo a Mill y comprendiendo su entorno, reclamando a la sociedad el sitio que corresponde al individuo, a la mujer y a los hombres de diferentes condiciones, convirtiendo la libertad del individuo en la libertad de los individuos.
Por la libertad se debe luchar, ya sea contra la sociedad que trata de imponernos su moral y cargarnos con el fardo de sus costumbres, contra la moral que nos dice que es lo bueno para nosotros sin darnos la opción de decidir, o ya sea contra nosotros mismos, -ah! la mas difícil de las luchas-, cuando confundidos, perdidos, buscamos el desapego y la independencia de aquellas amarras que día a día hemos atado en torno nuestro.
¿Cómo ser libres si siempre estamos en deuda? si toda relación es de dependencia y nunca saldaremos esas deudas porque ocasionaría la destrucción de las relaciones de las que dependemos y necesitamos. Acreedores son los padres que han dado vida, cobijo y alimento a sus hijos y deudores los que todo esto han recibido.
Una vez, creí ser libre, al no tener ya padres ni tampoco hijos, pero tengo otras deudas afectivas a quien debo mi felicidad y el dolor al tratar de liquidar esa deuda es aún más grande que mi libertad.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El desengaño




La primera vez que fui al cine, me enamoré, con esa pasión dolorosa de la primera vez. Sentí una compasión sincera por aquella niña que cantaba en la pantalla mientras sus ojos parecían a punto de inundarse de lágrimas. Creí en su tragedia, que parecía aceptar cantando y en el tormento de su corazón. Pensé en cómo podría ayudarla, si un día llegara a conocerla, pero alguien dentro de la pantalla se me adelantó, destruyendo mis horizontes y mis soñadas pretensiones, aunque me reconfortaba verla sonreír a ella cerca de sus labios, que acabaron en un beso.
Cuando salí de la sala, aún estaba bajo el hechizo de la desolación. La noche se había desplegado infinita y triste, y las calles configuraban extraños decorados que no pude reconocer de inmediato.
No podía separar mi destino del de aquella muchacha rubia que cantaba.

Con el tiempo supe que todo en el cine es mentira, que no se sienten los besos que se dan y que de igual forma no mueren los villanos, ni los héroes realizan grandes hazañas, que cuando pronuncian palabras de amor, solo son falsos sentimientos; y que la niña pobre de la pantalla, vive en realidad en una casa maravillosa, mayor incluso que la de la madrastra y en una urbanización de lujo.
Ahora ya sé que también pasa en el teatro, que mienten cuando dicen ser madre e hijo y en la  realidad ni siquiera son del mismo pueblo. En la ópera mienten cantando y a coro. En los libros, cómo no, te cuentan historias, versos, fórmulas, romances, inventos...que al poco tiempo veremos refutados, en otros libros.
Quizás la vida sea también una ficción decepcionante, llena de falsos profetas, políticos perjuros, estafadores disfrazados de benefactores, amantes que prometen lo que su corazón nunca cumplirá, soñadores de palacios imaginarios, viajeros del más allá...
Un día, cuando regrese al cine, al teatro o a los libros, empezaré a creer en el instante en que sucede la acción, que es la única verdad, la que se siente.

martes, 10 de septiembre de 2013

El bosque azul





Cuando el verano muere, nace la tristeza y sin saber por qué, llegan las lágrimas, y por experiencia sé, que no hay nada peor que no hacer nada. Entonces pienso en la bicicleta, en el camino llano, sin prisas y sin cuestas que cruza la ciudad pintado de rojo y me lleva hasta el bosque antes del atardecer.
Sentado en el sillín, parece que es el paisaje el que corre, que los paseos pasan, y los puentes se acortan, hasta llegar a la penumbra del bosque entre los manchones de sombra bajo los robles.
Sobre la hierba reseca se disipó la melancolía, una leve brisa jugaba con las hojas ocres que entrechocaban en arrítmica melodía.
Seguí en mi silenciosa montura hasta los confines del bosque desde donde ya se divisaban los dorados cerros. Las nubes rosadas se deshilaban arrastrando mi dulce desesperación que no podía resistirse a los bosques, a los heridos campos, al cielo que se miraba en el mar y a mi propio corazón que por fin encontraba la paz.
Las horas pintaron el bosque de azul y la luna se filtraba entre las hojas y las ramas, dejando mechones de plata sobre el suelo tenebroso que crujía al paso de mis dos ruedas.
Tuve el absurdo presentimiento de chocar contra un obstáculo brillante, porque la esencia de la educación está basada en el miedo al sufrimiento y la prevención ante los temores. ¿A quién acudir en caso de un accidente en el bosque azul? Siempre con la misma canción de lo malo que podría ocurrir y no ocurre. Pero si apareciese un hada del bosque que nos hiciera volar junto a ella mostrándonos la sustancia de la felicidad, ¿Quién nos ha prevenido ante tal acontecimiento?, Nos han preparado para la desconfianza, para la indiferencia y el olvido; no para la felicidad y el amor. Pero el obstáculo seguía brillando ante mi bicicleta, quise apartarme con un brusco requiebro pero fue inevitable pasar sobre él. Había pisado la luna.

lunes, 9 de septiembre de 2013

EL TIEMPO DESCONOCIDO





Hubo una vez un tiempo ahora desconocido o que solamente conocieron aquellos que lo vivieron; quizás si pudieran contarlo ahora no sería más que un holograma de aquella realidad, un fantasma de lo vivido manipulado por una traición de la memoria. Aunque hoy ante esta evidente claridad, provocada por el reflejo de los últimos rayos del sol yaciente sobre el océano, en este ocaso de septiembre; traiga una luz del pasado, fijando ciertas imágenes de un tiempo desconocido.
Puede verse éste mismo sol en otros cielos, sobre otros mares, en otros tiempos, en el ocio azul de la infancia; cuando llegaba con la familia hasta la playa, por sinuosos caminos de montaña, tras de la cual se decía que se escondía el mar.
Aquel tiempo desconocido lo es porque no se pudo documentar en el momento. Quizás una fotografía pueda evocar aquellos atardeceres jugando en la arena, pero no la poesía del instante en que se deseaba cruzar el océano para averiguar dónde se iba el sol cuando llegaba la noche.

Ahora se acuesta impúdico el sol ante mi, tan lejos del Cantábrico...donde hace ya seis horas que se fue y ya debe de ser noche cerrada. Es un momento único, diferente a todos los ocasos, porque cada tarde cambia el color del azul al rosa y los amarillos mortecinos entre el incendio del horizonte.
Miro hacia atrás por ver alargarse mi propia sombra en el pequeño bosque de ficus de bengala, que proyecta sus sombras fantasmagóricas, de raíces aéreas que crecen desde arriba hasta arraigar en el suelo. Así es como crecen los recuerdos que nacieron en el aire y ahora llegan a esta playa para quedarse un instante, mientras el sol se sumerge en las cálidas aguas del Golfo de Mexico.

viernes, 6 de septiembre de 2013

PLACER Y PENITENCIA (Epílogo)





La siguiente noche de luna llena volvieron a celebrarse las cenas de los viernes en la mansión de los Fitgerald, a pesar de la infinita y dolorosa ausencia de Cinthia.
Fui invitado en compañía de George y Charles entre los demás comensales y pude ver a Samuel que había reiniciado sus labores en el establo.
A la hora del Champagne, Mr. Fitgerald propuso un brindis en memoria de su hija Cinthia y todos se sumaron poniéndose de pie y en silencio levantaron sus copas.
La noche estaba callada y la luna inmensa iluminaba la pradera y las caballerizas, cuando se escuchó, mitigado por la distancia, un relincho de placer que provenía de la antigua cuadra de Gift, ahora ocupada por una nueva y esplendorosa yegua rubia.

jueves, 5 de septiembre de 2013

PLACER Y PENITENCIA (VI)


Cabalgó Cinthia toda la noche a lomos de su corcel, hasta llegar al río cuando despuntaba el alba. Juntos la noche entera, sudor con sudor, piel con piel, palpitando entre sus piernas el corazón de Samuel.
El agua oscura del río se fue vistiendo de azul cuando iba amaneciendo y el sol bañaba su luz. En la orilla desmontó la divina amazona de su caballo y susurrándole al oído le dijo: "Samuel, bebamos de las aguas del olvido". Los dos se inclinaron sobre el río y bebieron profusamente del agua azul como el cielo que en ella se reflejaba. Así firmaron un pacto, ella olvidaría haber sido la que fue y él olvidará a Gift para volver a ser Samuel. Como prueba del acuerdo, desapareció la marca del hierro en el anca del lucero, pero no se desharía el hechizo hasta que volviese a llenarse la luna.
La noche de Sagitario era la noche siguiente, noche de luna llena, tras un eterno día de fiesta.
Para celebrarlo Cinthia llevó a Gift al campo de polo. Sería su última carrera sobre la grupa de un potro.

Ya os conté lo que vi a mi regreso, cuando conocí a Cinthia en el campo del Polo Club. Aquel día en que saltó la baranda de la terraza un caballo que se había vuelto loco, estando con Charles y George cuando se abalanzó hacia nosotros, en el momento en que la diva volvía del vestuario.
Charles habló de teatro en medio de la confusión, la orquesta se detuvo, una mujer resultó aplastada por la avalancha humana y el caballo saltó libre, sin riendas y sin marca.
Llevaron a la ninfa malherida al hospital más cercano, pero poco pudieron hacer, doctores y cirujanos, pues ya no era la que fue, cuando la luna brilló en lo alto. A lo lejos resonaban los cascos de un caballo.
En el funeral de Cinthia, algunos volvieron a ver a Samuel humano, escarbando la tierra con un pie.
Así se cumplió el pacto, que habían adquirido juntos, para la noche de luna llena. Ella no volvió a ser la que fue y el caballo volvió a ser Samuel, como habían acordado en el río del olvido.
Las aguas siguieron su cauce como ocurre en todos los ríos, pasando bajo los puentes sin retorno, como pasan los amores que no vuelven a vivir lo vivido.

                                                         FIN
                             
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miércoles, 4 de septiembre de 2013

PLACER Y PENITENCIA (V)





Charles hablaba con Mr. Fitgerald sobre las excelencias de la garnacha y del Pinot Noir versus el Merlot en la sobremesa, tras la cena del viernes en casa de los Fitgerald. Charles era un ameno contertulio sobre la cultura y el placer, porque tenía el don de la oratoria y dominaba la retórica.
Cinthia y George salieron a ver las estrellas, pero la noche estaba cerrada y aunque el jardín se extendía en una amplia pradera, las estrellas solo se intuían tras una capota de nubes bajas.
Gift observaba inquieto desde la cuadra, recortarse las figuras en la luz del invernadero. Cuando las sombras se fundieron en un beso, los nervios de sus patas golpearon los maderos, pero el ruido se perdía en los ecos de la noche y la distancia.
Las siluetas desnudas se abrazaron en silencio contra la pared transparente del invernadero y Gift no pudo apartar sus ojos de las formas ondulantes de su divina amazona y la extrema belleza de su torso y su cabello como redes que al amor atrapan. Samuel, en la penumbra de un instante, vio su propia sombra de animal y temblando lloraba invisibles lágrimas humanas. En ese momento hubiera querido decir: "Basta ya, amor mío, ya has demostrado tener el poder de una diosa, deshaz ahora el hechizo. Ten piedad de mi cuerpo que nunca te ofendió, sino que fue el tuyo el que lo incitó como haría con cualquier otro hombre. ¿Por qué me castigas con tanta dureza?. Ni siquiera Tiresias que vio bañarse desnuda a Minerva, pagó con tan grande penitencia, porque aunque fuera privado de la vista, se le concedió el don de la profecía, convirtiéndolo en un vidente del futuro". Samuel quiso expresar todo esto a gritos, pero siendo acción impropia de un caballo, solo lanzó un doloroso relincho que, aunque no distrajo a los amantes, alertó a los catorce perros que ladraron desde sus jaulas.
El segundo desgarrado relincho lo acompañó con el tronar de sus cascos sobre la madera de la cuadra. Cien luces se prendieron entre la verde explanada, los mozos y los invitados acudieron al establo donde parecía enloquecido Gift, el hombre caballo y todos vieron desnuda a la joven Cinthia al cruzar el invernadero y a su amante apresurado por ocultar su cuerpo.
Nadie logró calmar a la bestia desatada dentro de Gift que se alzaba sobre sus patas traseras agitando la cabeza, llena la boca de espuma como un alma torturada en el averno.
Cuando apareció Cinthia se hizo un gran silencio, se calmaron los caballos y se callaron los perros; dirigiéndose a Samuel le puso las riendas y  el freno, y saltando sobre su lomo, le acarició las crines del cuello. Ante el asombro de todos, saltaron a la pradera que se perdía en la noche negra; George miraba muy serio desde la puerta del invernadero, contemplando a quien montara, montando un caballo negro.




martes, 3 de septiembre de 2013

PLACER Y PENITENCIA (IV)



Sorprendido de su nueva agilidad, Samuel trotaba y saltaba guiado por la presión de las rodillas de Cinthia sobre su cuerpo. Ambos se fundieron en uno solo, mitad humano y mitad caballo, como una extraña centáuride de Magnesia.
Al regreso del paseo, Cinthia no encontró a Samuel en el establo y decidió cepillar y ocuparse de Gift ella misma; reparó en la marca perfecta, con sus iniciales en el anca del corcel grabadas sobre la piel del hombre que la amó hasta el punto de metamorfosearse en animal, para estar más cerca de ella. Cinthia acarició la grupa y Gift se estremeció ante el contacto y ella lo notó, como si hubiera acariciado su esencia humana.

Desde ese día, salía a pasear todas las mañanas, la amazona y su caballo favorito Gift.
Todos en la gran casa echaban de menos a Samuel, a quien nadie había vuelto a ver desde el cumpleaños de Cinthia, pero pensaron que había escapado. El padre de Cinthia preguntó - ¿Quién es Samuel?.- porque apenas tenía relación con el personal de servicio y no se interesaba por las cuadras; pero aparte de informarle del trabajo que realizaba en el establo, ninguno de la casa pudo aportar alguna información personal sobre el carácter introvertido de Samuel.

Aquella mañana el sol se disipaba entre los bajos estratos, como la luz de una vela a través de una gasa. Cinthia entrenaba a Gift para el partido de polo femenino contra la selección argentina, forzando la carrera al máximo y sujetando la frenada, consciente del sufrimiento que suponía tal esfuerzo para el animal, pero contenta con su brío y sorprendida por su capacidad de reacción, como si el caballo conociese el juego de antemano, y adivinase sus intenciones.
De regreso a las caballerizas, Cinthia entregó a Gift al hombre que sustituyó a Samuel en el establo, con el mismo desdén de siempre y el caballo cabeceó rebelde al cambiar de manos.

Al atardecer, Samuel reconoció desde la cuadra, el ruido del motor del viejo Packard de George y la voz de Charles que, como cada viernes, llegaban a cenar con la familia de Cinthia Fitgerald. Se maravilló de la agudeza de su oído en su nueva condición de caballo, pues pudo escuchar que estaban hablando acerca del partido de polo del día siguiente y la risa de Cinthia al regalarles las invitaciones. A Samuel le invadió la tristeza y se sintió prisionero en el cuerpo de una bestia. El placer que le proporcionaba el contacto con la bella amada, no se correspondía con tan tremenda penitencia. Había sacrificado su libertad, porque el amor lo había cegado y no veía un futuro apartado de Cinthia, a la que se había entregado en cuerpo y alma.