domingo, 18 de mayo de 2014

Ilusiones sangrientas

 



El consejo de administración había decidido prescindir de Nuria. La presidenta había ordenado una depuración en los altos cargos de la empresa; no soportaba ver las mismas caras durante mucho tiempo y poco a poco fue renovando todos sus asesores y consejeros. Algunos lo asumían desde el principio, pero Nuria se había hecho ilusiones después de su ascenso a consejera de comunicación.
Cuando recibió la noticia en una fría nota de la presidencia rompió en lágrimas y fue el inicio de una gran depresión. Su madre no pudo consolarla, al contrario, parecía haberse contagiado por el odio de su hija hacia la presidenta de la empresa. Todos sus esfuerzos por colocar a Nuria en un puesto de relevancia, suplicando recomendaciones y solicitando favores a cambio de sobres de dinero negro habían fracasado. Con el despido de Nuria el orgullo de su madre tras el ascenso se había visto mancillado. Había invertido todos sus ahorros hipotecado la vivienda familiar, y todas sus esperanzas en el futuro de Nuria y ahora ambas estaban desoladas.
Nuria perdió el apetito y empezó a sentirse débil. Su madre intentó inútilmente comunicar con la presidenta para suplicarle una plaza para su hija dentro de la empresa que se correspondiera con su recién terminada carrera de ingeniera de telecomunicaciones, pero nunca pudo hablar con ella. Si la presidenta hubiera sido un hombre podía convencer a Nuria para seducirlo. Pero aquella odiosa mujer, era implacable.
Entonces pensaron en la venganza. Madre e hija recabaron información sobre la vida privada de la presidenta, sus aficiones, su ambición por el poder, sus trayectos, y sobre sus incursiones en la política. Intentaron encontrar una mancha en su pasado, algo con que poder desprestigiarla provocando un escándalo público, pero todo fue en vano. La presidenta se había cerrado herméticamente renovando a sus hombres de confianza con la frecuencia necesaria para que nadie dispusiera de mayor información sobre su vida privada.
Nuria pensó en Martín; un compañero de la facultad al que había intentado ayudar a salir de las drogas sin resultado y que podría conseguir un revolver. No tuvo que insistir demasiado. Después de pasar la noche juntos, quedaron en verse al día siguiente, cuando Martín consiguiera la pistola.
Al anochecer, Nuria atravesó los suburbios en el extrarradio, adentrándose por oscuros callejones que desprendían un acre hedor a residuos infrahumanos y fue atravesada por miradas de sospecha y de lujuria antes de subir al piso del yonqui.
Llamó levemente a la puerta con los nudillos y Martín se asomó sin quitar la cadena.
-¿Has traído el dinero?
- Sí, ¿la tienes?
-Pasa.
Sobre una mesa redonda había un gran desorden, ceniceros abarrotados y botellas de cerveza vacías. Las ventanas cerradas por espesas cortinas apenas dejaban pasar la última luz azul del día, pero fueron directamente al dormitorio, la cama deshecha y sobre la mesilla sucia, había una pequeña bandeja plateada con dos agujas hipodérmicas usadas y ennegrecidas por la sangre coagulada.
Martín contó el dinero y Nuria preguntó:
-¿Donde está?
-¿Quieres verla?, ¿no irás a hacer una tontería con ella? dicen que las carga el diablo.
Martín sacó de repente el arma de su espalda y acarició los labios de ella con el cañón.
-Desnúdate. - Ordenó secamente.
-No puedo quedarme, mi madre me está esperando. Tu ya tienes lo que quieres, ahora dame la pistola.
-¿Qué dices?. No vas a marcharte ahora. Tu madre puede esperar.
Y le arrancó bruscamente la blusa. Nuria no puso resistencia y se quitó los pantalones.
Martín recorrió el cuerpo de la chica con el arma en la mano y se contuvo en el último momento de introducirle el cañón dentro.
-Vete. Yo no te he visto y tu nunca has estado aquí. ¿Entendido?
Nuria puso el revolver en el bolso y salió a la noche. Caminó ligera hasta las luces de la ciudad sin escuchar siquiera sus propios pasos.
Cuando llegó a su casa, su madre se había dormido en el sofá con las gafas puestas y con un plano de la ciudad entre las manos.
A la mañana siguiente Nuria mostró el arma a su madre y le enseñó a quitar el seguro, luego salieron a desayunar a una cafetería del centro, cerca de la sede de la empresa. Por el ventanal vieron pasar a la presidenta caminando sola por la acera y se apresuraron a pagar la cuenta sin probar el café del desayuno. Pero cuando salieron a la calle vieron a la antigua jefa de Nuria subir a un taxi.
Durante el regreso no se dijeron una palabra, pero una vez en casa planearon volver al día siguiente a la cafetería más temprano.
Amaneció con el cielo cubierto por oscuros nimbos que reventaron con la mañana en una fuerte tormenta y decidieron aplazar el plan un día más.
El tiempo no había cambiado demasiado y el día conservaba el color del plomo de la víspera, aunque ya no llovía. Desde el ventanal de la cafetería podían ver la acera de enfrente que se ensanchaba al entrar en el puente de la zona peatonal. Madre e hija cruzaron la calle encontrándose de frente con la señora presidenta en el lomo del puente. Nuria alzó rápidamente la capucha de su chaqueta que le cubría toda la cabeza, mientras la pistola temblaba dentro del bolso sujetada por la mano de su madre. Justo en el momento del cruce con la presidenta la madre sacó el arma, colocándose el cañón sobre su propia sien sin dejar de temblar.
-Nooo!.- Gritó Nuria abalanzándose sobre su madre en el momento del disparo que atravesó su cabeza al derribarla, desparramando la masa encefálica de Nuria sobre el cuerpo tendido de la madre.
La presidenta se giró inmediatamente y por primera vez se encontró con los ojos enloquecidos de la madre de Nuria que de nuevo levantaba el revolver hacia sí misma gritando: "Asesinaaa".
En una fracción de segundo se lanzó la presidenta  sobre los cuerpos de las dos mujeres, pero no pudo evitar que el segundo disparo terminase con la vida de la madre, cuando le sujetaba el brazo para arrebatarle el arma. Enseguida se arremolinaron los curiosos y cuando llegó la policía, encontró a la señora presidenta de pie, con la pistola aún humeante en su mano derecha y los cuerpos sin vida de Nuria y de su madre.

                                                              F I N



3 comentarios:

  1. Spa, ¡te quiero¡, asi sin pensar sin reflexión alguna en mi comentario,¡ ERES BRILLANTE¡, así las mató la presidenta, asi se pudrirán sus cadaveres y ella será la gran protagonista de ríos de tinta sobre su "noble" persona.

    Besos muy muy intensos

    tRamos

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  2. Hola, Spa.
    Ya desde el título, que es muy evocador, sabemos que nos vas a sumergir en una emocionante historia de narración perfecta.
    Eres la bomba.

    Un abrazobeso.

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  3. Sabes?
    Es un final distinto al hecho real que ha ocurrido, peeero...
    De haber sido así...la señora presidenta se hubiera ido de rositas; seguro.
    Otro beso.

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