sábado, 3 de mayo de 2014

Comer






Siendo la necesidad primaria más absoluta y común en todos los seres vivos, solo los humanos hicieron del comer una cultura, un arte que se debe compartir haciéndolo en público y en armonía.
Los aromas de la comida fueron consagrados como buenos, y cualquier ceremonia se celebra antes o después con un banquete. Como si el hecho de alimentarse fuera menos repugnante que el de deshacerse de lo comido, ésta acción sin embargo, se realiza en privado y se considera de mal gusto hablar de ello.
Para comer nadie se esconde. al contrario, se adorna la mesa con platos, velas o flores cuando la situación lo requiera.
Como omnívoros que somos podemos comer de todo, tanto sustancias orgánicas como artificiales, éstas últimas de reciente creación, mezclando los nutrientes, vitaminas y las proteínas necesarias para el organismo; aunque religiones y culturas diferentes hayan descartado ciertos alimentos.
Pero los recursos naturales no son infinitos y podrían agotarse pronto al ritmo de la superpoblación y envejecimiento del planeta. Las granjas y los campos de cultivo cada vez están más alejados de las ciudades y el hombre parece haber perdido la consciencia de que con éstos desequilibrios provocados, no solo se perjudica a la naturaleza sino que se perjudica a sí mismo.

En el restaurante hay una mesa continua rodeada por trece varones. Parecen celebrar una despedida. El que está en el centro propone un brindis levantando su copa y los demás le siguen.
No muy lejos hay otra mesa pequeña con una mujer sola, sentada delante de un plato con una cola de langosta adornada con arroz y verduras calientes. Quizás fuera un capricho o un sentimiento de venganza lo que la llevó a comer sola a un exclusivo  restaurante del Soho, porque no es frecuente derrochar en exquisitos manjares sin al menos, un testigo u otra persona con quien recordarlo.
Contrasta el silencio de ella con  la discreta algarabía en la mesa de los hombres, pero todos comen productos traídos de lejanos lugares que tras dar el último paso en la cocina-laboratorio bajo vigilancia del chef, se posan en un blanco mantel frente a los comensales.
En otra parte del mundo, sobre una tierra calcinada, yace un cuerpo oscuro, consumido por el ayuno.


3 comentarios:

  1. Tal cual, sin maquillaje alguno y con un hilo narrativo de chapó¡¡.

    Besos cálidos,

    tRamos

    ResponderEliminar
  2. El problema no es ya sólo que mientras unos nos excedemos con el yantar, otros mueran de pura hambre, que es absolutamente terrible e inhumano.
    El problema es la falta de humanidad en tantas otras cosas que hacen de este mundo, cada vez más, un lugar destinado a desaparecer por esa falta asumida e ignorada...
    Besazo.

    ResponderEliminar
  3. Yo creo que la comida entra por los ojos.

    Un beso.

    ResponderEliminar