sábado, 22 de febrero de 2014

Después de la Muerte





Murió ayer, de repente, le quedaron los ojos abiertos, los ojos de un muerto, fijos, como atrapando la última visión que se llevó de éste mundo, posiblemente la imagen del techo de la alcoba, con la polvorienta araña de cristal suspendida sobre la cama. Hubiera querido llevarse un amplio paisaje, con la niebla del último suspiro encaramándose sobre los azules montes lejanos, pero la muerte llegó con prisas, sin darle tiempo a elegir la última imagen.
Quizás ayer, cuando aún respiraba, no pudo imaginar que no vería éste día lluvioso que hoy envuelve a los supervivientes.
Hoy ya no está, no volverá a ver jamás los anchos campos regados por la lluvia, ni el sol eterno que cada mañana acude a su cita con la mitad de la tierra, por el lejano horizonte tan antiguo como el sueño de los muertos; pero él ya ha visto tantos días y tantas nubes grises y ha jugado bajo la lluvia tantas veces, que ya no le importa que otros disfruten o se amarguen en éstos días grises.
Le hubiera gustado ver una vez más, la vida en los ojos de la niña, en la niña de sus ojos, la mirada azul como el Danubio que siempre le arropaba, pero la niña llegó demasiado tarde, y solo vio una caja de madera oscura, mientras en el carillón retumbaban las doce.
La niña pensó en el tiempo, en el reloj de la vida que cada uno llevamos dentro, y que se había detenido para unos, y para otros seguía corriendo.
Los ojos de la niña se llenaron de rocío, que no es el llanto por lo perdido, sino las lágrimas por los que aún quedan vivos.

7 comentarios:

  1. Las gotas del rocío el llanto por los que aún quedan vivos. Sabes llegar a lo mas profundo.

    Besos cálidos ♥♥

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  2. Triste, bello y hondo relato. Se llora por los que quedan vivos y por el miedo a la propia muerte. Es cierto lo que dice Tramos.

    Abrazos!

    Fer

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  3. La muerte es así. Se fue lo principal y no queda nada. Lo ves en los ojos de los muertos.

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  4. Ojalá un día nos enseñen a ser valientes y a no esperar a la muerte en la cama, sino en un acantilado, en una cima o en un parque viendo comer a los patos.Lloran los que se quedan,porque los que se van se quedaron secos ante el temor a lo desconocido.
    Me has removido (otra vez).

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  5. Ufff, qué triste la muerte y también, la muerte de los vivos...
    Que congoja me produce este tema, ya ves, me aterra no poder elegir mi última visión y el suspiro que ella me produzca.
    Besos.

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  6. un rocio vivificante, de todas maneras....

    (Gracias por tu comentario del paraiso, te dejo un poquito aqui, entonces... de Mar de Galilea y sol con niebla una tarde de hace poco)

    Besos (como estuve apartada d elos blogs, son muchos los amigos que quiero visitar, asi que cuando pueda más adelante leeré tus entradas antiguas de estos últimos días)

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