viernes, 21 de febrero de 2014

AQUEL

Aquel que quiso saber de donde viene el invierno, olvidó llevar consigo el viejo zurrón negro, donde guardara la brújula y el sextante y los gráficos de isobaras que dibujó con esmero.
Aquel que diseñó su camino para que lo llevara muy lejos, ahora estaba perdido en un páramo desierto. Por las noches tiritaba entre el calor de los sueños, que lo llevaban al nido confortable del recuerdo.
Aquel que encontró en las estrellas la guía para el regreso, raptado por el orgullo, apartó de sí ese deseo. Pasaba los días enteros a la deriva de los senderos que otros pasos trazaron para llegar a otros puertos.
Aquel, que nunca quiso saber lo que es el arrepentimiento, halló sus propias huellas en un recodo del viento.
Curioso se preguntaba si mereció tanto esfuerzo, para volver a encontrarse por donde pasó hace tiempo, por aquel camino desierto, sabíendo que nunca se repite dos veces el mismo descubrimiento.

Aquel que naufragó en sus adentros, en una balsa de cemento, fue el único superviviente que pudo encontrar la llegada del invierno.

2 comentarios:

  1. La excesiva presunción puede acarrear una deriva inesperada proyectada por el azar que siempre maneja el timón de nuestras vidas.
    Besos.

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  2. Hola, Spa.

    No quiero ser como aquel, es demasiado orgulloso para mi gusto.
    Hay imágenes realmente hermosas dentro del texto... Me ha encantado en especial ese tiritar entre el calor de los sueños; es preciosa.

    Spa, eres un artista completo... casi un hombre del Renacimiento.
    Una entrada sin desperdicio. Felicidades.
    Un beso muy grande.

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