jueves, 6 de febrero de 2014

Disparador automático (1)





No es una opción de la cámara fotográfica ni el sistema de un arma de repetición. El disparador automático al que me refiero, es un resorte que salta desde dentro, ajeno a la voluntad, cuando algo nos emociona profundamente o nos repugna, y nos hace tomar decisiones insospechadas, como un acto reflejo pero que puede llevar a graves consecuencias.
Regresé a mi banco del paseo con la esperanza de volver a ver a mis desconocidos compañeros de puesto. La silenciosa pareja de ancianos con la que nunca crucé una palabra pero nos dábamos alternativamente el relevo en ese precioso rincón del mundo.
Más de una vez hice ademán de saludarlos con la cabeza, con un gesto amable de complicidad pero solo tuve la respuesta en del vacío de su mirada.
Por un momento se me apareció la imagen de J.L. Borges sentado en un banco del parque junto a un joven que resultó ser él mismo y con el que mantuvo un intenso diálogo interior, como narra en "El libro de arena", y me preguntaba si ese anciano que acude a éste paseo cada día, pudiera ser yo mismo dentro de unos cuantos años. La idea, me fascinaba y me aterraba al mismo tiempo. Hasta entonces nunca me imaginé cómo sería yo de viejo, ni que aspecto tendría, o si estaría acompañado en el crepúsculo de la vida; pero no quisiera que así fuera. Uno cree que conservará la disposición y las energías de ahora para siempre y que la vejez está más lejana que la muerte.

Una mañana luminosa y azul, con una leve brisa que hacía temblar las hojas enracimadas de las acacias, cuando llegué al paseo a mi hora, vi que aún seguían sentados los dos eméritos en el banco y esta vez decidí sentarme a su lado sin necesidad de que se apartaran, porque habían dejado suficiente espacio para un tercero; como si me esperasen.
Abrí al azar "El libro del desasosiego" de Pessoa, que entonces me acompañaba y leí, sobre la autobiografía de Bernardo Soares - personaje ficticio del libro-: "...no siendo su personalidad la mía, es no diferente de la mía, sino una mutilación de ella. Soy yo, menos el raciocinio y la afectividad..." y levanté la cabeza del libro, tratando de asimilar lo leído con la situación, como una gallina que acabara de tragar un grano de trigo, y en el gesto se cruzó mi mirada con los ojos grises y oscuros de aquel hombre, por primera vez.

5 comentarios:

  1. te encontraste con tu futuro???,
    Eres tan diferente y me gustas¡¡¡

    Besos fuertes ♥♥

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  2. Que fantástico sería verse a un@ mism@ siendo futuro en el presente, poder interrogarnos, dialogar profunda y profusamente a cerca de aconteceres venideros a los que nos enfrentaríamos de modo tan distinto al que nos brinda la incertidumbre...
    Sería fantástico saber...
    Besos.

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  3. por eso mismo, ese disparador automático te lleva a Proust un par de entradas más tarde, necesariamente

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  4. Ay: esos imprevisibles resortes. Esas sacudidas instantáneas, que no pasan bajo ningún filtro mental... ¿Y si son las más fiables?

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  5. ¡Sólo tú lees un libro con cabeza!
    :-)
    Hoy estoy bromista, voy a la siguiente enrtrada a ver como sigue...

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