miércoles, 10 de abril de 2013

La erótica de la inocencia (XVI)

Otaiti: Francis Picabia...foto Google images.


Viajaron de nuevo hacia el norte con tiempo suficiente para conseguir un apartamento, antes de recomenzar el trabajo como profesor en la universidad de Marco. Había convencido a Sofía para que continuase allí los estudios. Además había una guardería en el campus donde podía dejar al pequeño durante las clases.
Sofía hablaba poco, pero se notaba serena, dedicando casi todo el tiempo a las atenciones de su hijo y de Marco. El observaba  en ella un avance en su madurez, en su plenitud como madre y en cómo todo marchaba hacia adelante, sin que el dolor del pasado tuviese ya la fuerza suficiente para detener los acontecimientos.
Al atardecer daban largos paseos hasta donde crecían las vides agostadas en las afueras de la capital, donde dejaban correr al niño y hacer sus piruetas, que embelesaban a la madre.
En la facultad, solo coincidían en la clase de arte contemporáneo que impartía Marco, pero ya se rumoreaba entre los alumnos acerca de la relación profesor-alumna, e incluso empezaba a hablarse del oscuro pasado de Sofía, añadiendo todo tipo de detalles inventados de lo que sucedió años atrás en el campus. Era difícil, para los dos mantenerse al margen de esos comentarios, aunque hacía algún tiempo que trataban de ignorarlos. El impenetrable hermetismo de Sofía respecto a su vida, sus proyectos o sus ilusiones no ayudaba a superarlo.
Una tarde, de regreso de uno de sus paseos, antes de que el ocaso vistiese de azul los rostros y los campos, se sentaron a descansar al pié del olivo donde tantas veces leyeron juntos y repasaron los autores más importantes de la pintura de entreguerras. Marco hablaba de Marcel Duchap, Francis Picabia y Giorgio de Chirico, absorto en la descripción de la belleza escondida en sus obras; pero cuando se volvió para comprobar la atención de Sofía, vio horrorizado cómo se estaba llenando la boca con puñados de tierra empapada en silenciosas lágrimas. Marco se apresuró a limpiarla como pudo, humedeciendo el pañuelo con su propia saliva y buscó la botella de agua del niño para que se enjuagase la garganta.
Algo instantáneo se había cruzado en la mente de Sofía y entonces él recordó el sabor de la tierra, cuando ella le introdujo la aspidistra en su boca, la primera noche que pasaron juntos.

5 comentarios:

  1. Ufff
    Todo tiene un origen y éste, determina nuestros pasos, nos hace avanzar con o sin lastres...
    No cabe duda de que Sofía camina encorvada por el peso infame del o los suyos.
    Por ende se han visto incrementados por el tormentoso suceso de la universidad,de donde y por suerte, a pesar de la desgracia, ha brotado el amor a dos bandas.
    Intensa historia plagada de misterios.
    Más besos.

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  2. Por desgracia como las criticas son gratuititas y placenetras para las persona envidiosas, siempre se entrometen en la vida de otros...Una estupenda y reflexiva entrada.

    Un cálido abrazo.

    ^____Pili_____^

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  3. Tienes toda la razón con lo del ciprés. Ninguno merece desprecio, sólo estaba ustilizandolos para hacer una metáfora sobre la envidia. Gracias amigo, eres un sol y me tienes enganchada. Besitos alados. Oye por cierto, los payasos lloran alguna vez?.

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  4. Hay algo muy extraño (y que intriga al lector, a mi como lectora) en Sofía en el tema de los secretos y de no querer hablar del pasado. Hay un trauma que no está superado -obvio, porque en el relato tuyo nada dice que haya hecho terapia, y una violación brutal por tres hombres, solo puede superarse con un tratamiento- y eso se ve también en estas actitudes con la tierra en su boca y antes, con violencia, en la de él.

    Lo que no me parece creíble, es que en primer lugar hubiera querido tener a ese hijo, fruto de esa violación, y luego, que le tenga cariño y le dedique atenciones. Lo que suele suceder con estas mujeres, es que odian a ese hijo que permanentemente les recuerda la violación. Justamente por eso, es que hasta en los países que no aceptan el aborto, las legislaciones contemplan excepción en caso de violación. Ni si quiera puedo trasmitirte lo doloroso que es...

    Un abrazo

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  5. Excelente ese dato: el sabor de la primera noche.

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