martes, 30 de abril de 2013

El soldado (V)

                                     

                                              Apolo Belvedere



El soldado fue destinado lejos de casa y de María, a un lugar de la cuenca minera del sur, conocido por el carácter levantisco de sus gentes, pero sobretodo por la masacre en la represión militar sobre los mineros que protestaban.
Cuando todo se hubo sosegado, con un silencio impuesto a toque de queda, llegó el ministro y los políticos y solicitaron para el evento una banda de música disponible a la reserva general.
El subteniente Robert Collins aportó la música de su instrumento al cínico discurso en el que se exaltaban rancios valores sobre la patria y el orden; con una referencia  de pasada, lamentando los incidentes que obligaron a disparar a las fuerzas de seguridad contra los manifestantes.
En los días grises de acuartelamiento, el soldado fue tomando conciencia de lo ocurrido y sus consecuencias.
Se organizaron desfiles con objeto de demostrar el descuello militar a la población amedrentada y Robert tuvo que tocar sobre la sangre diluida en las lágrimas de las jóvenes viudas de los mineros.

Desde su confinamiento, escribió a María:

"María amor mío, Como ya te dije en mis otras cartas, vivo en la desolación. En ésta tierra árida del sur, donde las gentes se afanan en extraer del corazón de la tierra pedruscos y minerales, sin entender ciertamente su último destino.
Nosotros somos músicos, pero nuestras melodías no llegan a éstas gentes sumidas en el odio y la venganza que sienten hacia los uniformes. Quisiera tocar para ellos, canciones alegres que puedan entender y llevar ánimo y paz a sus vidas pero las circunstancias los hacen verme como su enemigo.
Supongo que recibes mis cartas porque no me son devueltas. Te decía que el martes nos dejaron bajar hasta el río que se retorcía entre las matas como una gran anaconda de agua, y pensé en ti, en la alameda y en tu sonrisa que ahora tanta falta me hace. Sigo sin noticias tuyas, no puedo comprender que no me escribas, si al menos tuviera una foto con tu falda azul y tu melena dorada sobre los hombros, tendría algo a lo que agarrarme, ojalá reciba una carta, me ayudaría ahora.
Todo mi amor, Robert".









5 comentarios:

  1. Desde ser terrible para un muchacho, sensible, estar destinado a un lugar así... y como soldado, sabes que aún los hay peores.

    Besos, Spaghetti, con salsa de champignones y tomates frescos :-)

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  2. Cuando el odio gravita,es incapaz de hacer distinciones...
    Para esas gentes,uniforme era sinónimo de dolor,de muerte, de ausencia permanente y cruel.
    Cómo ver de otro modo a un joven músico que siente su pena bajo otras órdenes impuestas?
    Qué terrible soledad la suya cebada en la ignorancia acerca de las no respuestas de su amada.
    Y María...María, por su lado ignorando también en su dolor...
    Seguimos de la mano de tus letras.
    :)
    Besos.

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  3. Me recuerda este post el tema de Alejandro Sanz "por bandera", cuántas cosas hicieron y tienen que hacer los soldados no acordes con su forma de ver la vida ni con sus ideales. Pobre María que espera y pobre él que supone recibe las cartas...cualquiera sabe.

    Besicos.

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  4. Sigo leyendo este relato que nos vas dejando por entregas.... Tus escritos enganchan. Los payasos, son todos tan lindos?. Besitos alados.

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  5. "vivo en la desolación"
    ¿hay declaración de amor más hermosa?

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