sábado, 6 de abril de 2013

La erótica de la inocencia (XIV)




Y se enredaron los sueños.
Él soñó con el océano, con una infinita masa de nada, sobre la que naufragaba en una precaria balsa bajo el espejo azul del cielo que reflejaba la inmensidad de las aguas.
Ella estaba en el centro del fragor de una batalla, rodeada de cien caballos que con sus cascos levantaban el polvo de una tierra sangrienta, con un horizonte en llamas.
El pequeño Marco no soñaba, nunca vio un caballo, ni una balsa. Dormía con las manitas en alto, cerrando los puños, para que el aire no se escapara, pero fue el primero en despertar antes del guiño del alba, salvando al hombre del naufragio y a su mamá de ser aplastada por los caballos que sobre ella relinchaban.
Se miraron a través de las telarañas que separan los sueños de la luz de la mañana y se abrazaron de nuevo sin pronunciar palabra. Ya, conscientes del roce entre sus carnes tibias bajo las sábanas, también se despertó el deseo y se buscaron las bocas y se encontraron los besos que solo se dan con el alma. Pero antes de que empezara la eterna coreografía de la pasión humana, el instinto de la madre, llevó al niño a su pequeña cama. Una vez despejado el campo de batalla, volvieron brazos y piernas a enredarse como lianas, apretándose los muslos, abriéndose las entrañas por las oscuras cavernas de la carne sonrosada. Cuando las trompas al unísono ponían fin a la danza, el éxtasis se prolongaba en pequeños escalofríos bajo la piel empapada.
Desde la cuna llegaba una sirena lejana, para llamar la atención de los que parecían olvidarse que no estaban solos en la isla que habitaban. Sofía acudió desnuda a la llamada, aún llevaba sobre el vientre la espuma de la pasión abandonada. Tomó al niño en sus brazos, acallando la sirena que tanto se lamentaba, mientras el profesor, muy despacio, se levantó de la cama.
Encontró a Wagner entre la música que ella almacenaba y con "la Cabalgata de las Walkirias", contempló la imagen del niño con su madre, con una tierna mirada.

4 comentarios:

  1. Apoteósica música cerrando el baile de pieles,esa coreografía epidérmica donde dos islas fundidas,se anclan en las profundidades del mar de la pasión.
    El colofón del amor a tres bandas emergido en ternura tras el embate,es ese fino bordado en la puntilla,¡vaya comparación la mía!
    Ea, yo soy así,ya sabes,lo que me nace,plasmo por muy ridículo o poco comparable que pueda parecer.
    A mí me ha encantado ir leyendo un desarrollo, casi casi a mi apetencia,je,je,je
    Bonito,bonito,sí señor.
    Beso grande.

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  2. Pues yo, te cuento que escucho esta cabalgata de Wagner y recuerdo las bombas B-12 que USA arrojó en Camboya tal como lo muestra la película "Los gritos del Silencio" en la que pusieron esta música justo para esa secuencia de la película....

    Fuera de eso, en tu relato, hay mucha pasión.... que dará por ver si la pareja funcionará (como pareja en todos los niveles, no solo sexual) y como familia pues, si el chico va a salvar "al hombre del naufragio y a su mamá de ser aplastada por los caballos que sobre ella relinchaban".... puede ser un indicativo de que el padre no cumpla su función paterna... y la madre, quizás tampoco si también ella tiene que ser salvada por el hijo... en fin, veremos que pasa con los tres.



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  3. Bueno, mejor dicho: el que Sofía quiere que sea padre de su hijo.... :-)

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  4. En esta entrada quiero comentar la excelente ilustración musical con la que acompañas la serie.

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