sábado, 7 de abril de 2012

SOLOS





Eran más de las 9 de la noche de un día desagradable de frío y ventisca, cuando se asomó por la ventana y vio brillar el asfalto como el lomo de un toro de lidia. Aún seguía la luz encendida del cuarto de baño de la ventana de enfrente, puede que se estuviera afeitando para salir. Cuando un hombre que vive solo se afeita por las tardes, lo hace porque quiere dejar de estarlo al menos por esa noche.
Apenas había tráfico en la calle, los coches aparcados como cerdos en una pocilga permanecían callados bajo los destellos cambiantes de los semáforos.
No  había otro sitio donde ir que no fuese la cocina y calentar el agua del té al fuego porque le habían dicho que el microondas afectaba a la salud y ella lo había creído, mientras, encendió dos velas para que le hicieran compañía.
Acercó la taza humeante al radiador bajo la ventana, pero la luz del baño de enfrente ya se había apagado y la fachada quedaba en las sombras.
Se preguntaba dónde podría haberse dirigido en una noche de perros como esta ... quizás tenía una cita...
Alguna chica nueva a la que llevaría a un restaurante coqueto y con palabras dulces la invitaría a la última copa en su casa. Con un suspiro, apuró el último sorbo y permaneció en su puesto de vigía interminables horas hasta que el cansancio le cerró los ojos.
Se había echado la niebla. Se podía ver la  humedad en  puntitos dorados alrededor de la farola bajo la que el hombre alzaba la mirada hacia la única ventana iluminada del edificio de enfrente. El cuello de la chaqueta subido hasta las orejas y las manos en los bolsillos como quien espera a un tren que nunca llega. Tamizado el rostro entre el vapor y el humo de un cigarrillo desapareció en el portal.
Al poco tiempo se iluminaron las luces en  las dos ventanas enfrentadas y así permanecieron hasta que llegó el alba.

7 comentarios:

  1. Tan cercanos y tan lejanos separados por el tajo inmenso de la soledad
    Me ha encantado
    Un beso

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  2. ¡Qué historia más bella y conmovedora! Y esas palabras que nunca se dirán (¿o tal vez un día sí?). Me gusta, cuando a lo cotidiano, le das ese alo tan peculiar.
    Un beso enorme.

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  3. Tienen que esperar a la noche cuando las luces se encienden para saber el uno del otro. Resulta romántica esta historia, con algo de misterio y tristeza por la situación.
    Deseo que un día se encuentren para que su soledad deje de serlo.

    Un beso

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  4. Jo, últimamente escribes unas historias que conmocionan los cimientos.
    Como dos trenes cuyas vías van en paralelo o dos barcos que se aproximan sin llegar a tocarse nunca...
    O qué sé yo.
    Como una distancia que parece imposible por culpa de la indecisión.
    Triste y de nuevo:
    Solitario.
    Besos.

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  5. Quizás los dos comiencen a comunicarse ventana a ventana con mensajes de humo o lenguaje morse de luces.

    Besos

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  6. Se aman en la única llama que alumbra la noche.
    Me ha gustado mucho.
    Un beso.
    Mercedes.

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  7. Dos ventanas enfrentadas e iluminadas a la vez durante la noche es la metáfora de la incomunicación y la soledad.
    Leo hacia atrás estas entradas últimas tuyas. El salto hacia adelante es arriesgadamente exitoso, incluido el juego con las imágenes.

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