martes, 3 de abril de 2012

Hacerse viejo





Pasa el tiempo y cuando uno se da cuenta de ello, siente que es más viejo.
Claro que, siendo una ley natural, no nos pilla de sorpresa ni resulta ser un problema, pero precisamente esa toma de conciencia de que ya no nos sorprenden las novedades como antes, sino que nos suenan a algo ya vivido - a lo que algunos llaman experiencia y otros más vulgares "estar de vuelta"- hace que encajemos los nuevos acontecimientos con más prudencia.
Estos momentos de reflexión son apropiados para hacer una revisión periódica de lo que fue la juventud, que ahora vemos lejana, de lo que hicimos para ser lo que somos y lo que dejamos en el aire para hacerlo más tarde y ahora el momento ya ha pasado pero no dejamos de soñar qué hubiera cambiado de haberlo realizado.
Uno se da cuenta de que se hace viejo cuando se encuentra más cerca del final que del principio, cuando siente que el pasado es ya mayor que el futuro en términos temporales.
Cuando se ven los cambios inevitables de la propia existencia, siempre intentando mejorar a base de equivocarnos una y otra vez, buscando un lugar, una identidad, algo que nos acerque a quien nos gustaría ser dentro de nuestras capacidades y limitaciones ... vemos cómo hemos empleado el tiempo vivido y cuales han sido nuestros aciertos.
Si pensamos en lo que hemos perdido y en lo que ya no podremos hacer, no nos faltarán argumentos para sentirnos frustrados y más cansados, por eso debemos enfrentarnos a la vida con optimismo y mirando hacia adelante para ver el futuro con más perspectiva y soltar el lastre de lo vivido, siguiendo el camino ligeros de equipaje.

11 comentarios:

  1. Yo me asumo más vieja. Soy plenamente conciente de que tengo menos energía, necesito descansar más, hay sueños que quedarán en el tintero y lo que todo esto conlleva es que ya me acepto tal como soy. No pienso que necesito cambiar ni que nada cambie para ser feliz.

    Creo que es en la aceptación del inexorable paso del tiempo, de los límites que impone cada etapa vital, donde reside la sabiduría que llamamos experiencia y que asociamos con la felicidad. La felicidad son momentos que se aprenden a gozar cuando vienen. Y al envejecer, se es cada vez más resiliente y más sabio para enfrentar lo que la vida nos trae de pesar, que es también muy rico y enseña mucho, tal vez muchísimo más que lo que ensalzamos como felicidad.

    No creo en el optimismo como un deber. Me parece una postura muy posmoderna, que vende muchos libros y suena muy bien. Pero uno no elige el optimismo como forma de encarar la vida. Hay quienes somos realistas, y no por eso perdemos las esperanzas de ver el árbol de la vida dar sus frutos.

    Me gusta tu reflexión. No tiene buena prensa admitir que uno siente que se hace viejo. Y sin embargo, es tan natural como respirar, aunque intentemos inflarnos de botox, rellenar arrugas y convertirnos en Peter Pan.

    Un saludo, aunque ni me registres.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El optimismo al que me refiero no se opone al realismo sino al pesimismo de los que creen "que tiempos pasados fueron mejores" y solo encuentran frustraciones en su futuro, al haber perdido la belleza y la juventud, incluso el acceso a relaciones hermosas y entran en la nebulosa gris del conformismo.
      No es una postura posmoderna ni estética ni un deber sino una opción.

      Eliminar
  2. Me gusta lo que dices y como lo dices. Somos más viejos, y si lo permitimos, se abren otras posibilidades como saber buscar el silencio, tratarnos con más cariño, ver las cosas con más confiaza en momentos de angustia, trasformar ciertas heridas, profundizar mejor en las relaciones..., hacemos más espacio en nosotros para dejar pasar cosas nuevas. Pienso que todo tiene su tiempo y este presente puede ser tan o más hermoso que el pasado si lo queremos ver y sentir....

    Un abrazo, me voy llena.

    ResponderEliminar
  3. Creo que nuestro equipaje es la historia que llevamos detrás, pero eso no quiere decir que sea una carga, por el contrario es lo que nos ha permitido llegar a donde estamos, "su peso" nos define.
    Aunque ya lo has aclarado, estoy de acuerdo con Fer, cuando dice:
    "No creo en el optimismo como un deber. Me parece una postura muy posmoderna, que vende muchos libros y suena muy bien. Pero uno no elige el optimismo como forma de encarar la vida. Hay quienes somos realistas, y no por eso perdemos las esperanzas de ver el árbol de la vida dar sus frutos."

    Buena entrada, amigo

    Un beso.
    Mercedes.

    ResponderEliminar
  4. ¿Sabes por qué hoy me he sentido vieja, Spaguetti? Porque he oído una melodía que antes odiaba y hoy me ha fascinado, la he entendido y he captado más allá de la música, el sentimiento. La "vejez" también es buena.
    Como siempre, leerte, es todo un placer.
    Besos.

    ResponderEliminar
  5. Hasta que me llegue la muerte me considero un ser en constante evolución, crecimiento, aprendizaje y cuanto más ligera de carga, mejor.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Y, sobre todo, como si cada día se inventara el mundo.

    ResponderEliminar
  7. Es todo un arte aprender a envejecer.
    Yo soy poco artista,pero intento ser buena alfarera modelando este barro que soy en ligera apariencia y profundo abismo interior donde pinto mariposas, jardines de violetas y tulipanes,lagos y ríos donde navegarme.
    Porque sin esa magia que construyo, se me echaría encima ese pasado de fracasos varios, de sentires maravillosos, de caminos andados sin retorno...
    Y me hundiría sabiéndome con la muerte en los talones persiguiéndome cada vez más cerca.
    Besos.

    ResponderEliminar
  8. Un Carpe Diem continuo,para disfrutar siempre de lo vivido.Los viejos saben mucho de esto...Un beso.

    ResponderEliminar
  9. Aprender del pasado y mirar el futuro con esperanza, disfrutandeo el hoy y lo que la vida nos da de regalos cotidianos.

    ResponderEliminar
  10. Somos constantemente un momento diferente y ese momento es tan mágico que sólo puede ofrecer optimismo.

    ResponderEliminar