domingo, 5 de junio de 2011

Las horas muertas

Las horas muertas,
juguetes del tiempo,
espera infinita de andén.
Pasa el vuelo del ángel hacia un futuro imposible,
al camerino, llega el rumor amortiguado en segundos lentos.
Se posa la mosca y se abre un acorde suicida de silencio.
Solo será un momento, un eterno instante del todo vacío,
como la paz de los muertos.
No hay tensión en el aire, y la emoción se desliza con zapatillas de felpa.
Se ha movido el reloj en su equilibrio como un giroscopio que hace lo que no se espera.
El viejo Cronos sabe que es tiempo que no se recuerda.
Nada se inventa, nada se crea, el corazón suena en el silencio de las horas muertas,
mientras la luna crece entre la noche y el día sin que nadie se de cuenta.

2 comentarios:

  1. Los ángeles sí se dan cuenta...de cómo crece la luna,de cómo sale el sol,de los futuros que están por llegar...Para eso son ángeles...

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  2. Qué exacto lo que dices, pero el problema de las horas muertas es que terminan, por acumulación, matándonos a nosotros.

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