jueves, 10 de octubre de 2013

(V) DERECHOS RESERVADOS



(V) DERECHOS RESERVADOS

El abucheo de la gente fue en aumento y se oían gritos de "Fuera", "Fuera" que consiguieron encolerizar aún más a los agentes contra el pobre Juan que tembloroso seguía tocando aunque ya no se le oía, y él tampoco pudo escuchar las palabras que le decían los agentes antes de arrancarle la guitarra de un empujón que le hizo tambalearse y caer de espaldas sobre el bombo y los tambores  que se estrellaron rajando la luna de un escaparate. En ese momento voló un objeto, de entre el público, como un vaso o una botella, que estalló en mil pedazos a los pies de uno de los agentes y entre el griterío aullaban las sirenas azules de los coches de policía que acudían de refuerzo.
A regañadientes la gente se fue dispersando, reclamando a gritos su derecho de ocupar la plaza y defendiendo la música en la calle. Hubo algunos altercados que terminaron con tres detenidos y también se llevaron a Juan, en uno de sus siniestros coches, con cargos de desorden público y resistencia a la autoridad.
Ya había entrado la mañana cuando Juan salió de las dependencias policiales y vio un retazo del cielo entre grises nubes de tormenta. Llevaba en las manos la guitarra rajada por un golpe y los tambores desencajados de sus goznes. A duras penas llegó taciturno hasta el barco que lo esperaba precintado por la policía, pues el juez no lo había admitido como su única residencia y le exigía una cuantiosa multa y el pago de los desperfectos en el escaparate. Quiso llorar de desolación, pero se le apretaron los dientes ante la injusticia.
Raquel era su única esperanza, pero no quería envolverla en sus tristes asuntos, su orgullo se lo impedía y empezó a pensar en salir de la situación por si mismo. Sentado en el noray donde se encapillaban las gazas de su barco, le llegó una brillante idea que le hizo saltarse el precinto y recoger toda la documentación del barco. Todo estaba en regla, el registro y el titulo de propiedad a su nombre. Dejó en el camarote sus defenestrados instrumentos y salió con los papeles en dirección al centro de la ciudad.

2 comentarios:

  1. Me lo temía...una vez más la incongruencia, el despotismo, la insolaridad e incomprensión...
    Pobre Juan, otra vez ondea en el aire la derrota, aunque tiene la esperanza entre las manos y se le ve dispuesto a acometer de nuevo el camino, que eso ya es un mucho en lo poco que le queda.
    Sigamos a ver qué ocurre.
    :)
    Otro besito.

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  2. Bueno, visto lo visto, al pobre Juan me lo vas a volver a echar a la mar...

    Así que mi idea para el título será:

    1.- Ningún lugar donde anclar
    2.- Del mar a la tierra, de la tierra al mar

    Es así, esa libertad de ser, allá donde se dictan normas, parece ser que no puede ser... el yugo lo dicta la propia ley.

    Besos

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