miércoles, 2 de octubre de 2013

Las nuevas castas

La sociedad, en su continuo proceso de transformación, ha llegado a un punto de asimilación del liberalismo o neo-liberalismo, en el que se va perdiendo paulatinamente la movilidad social, marcando de manera cada vez más permanente el estrato económico, cultural y social al que pertenecemos, (y si una revolución global no lo impide, perteneceremos de por vida)
El viejo "sueño americano" que trató de convencer al mundo como "América el país de las oportunidades" se va desmoronando poco a poco, porque la clase social a la que pertenecemos determina cuales son nuestras oportunidades. De igual manera ocurre en los países desarrollados de Europa. Por simplificar, se puede decir que de un lado queda la clase política defendiendo sus propios intereses, los de las rentas más elevadas, y los dueños de grandes propiedades y de otro lado, los trabajadores que dependen de su salario (cada vez más escaso) y aquellos que perdieron o nunca encontraron un trabajo. En el centro se puede ubicar una clase media (cada vez más disminuida), de funcionarios, burócratas y algunos profesionales de alta cualificación, a la que se recurre insistentemente en los discursos políticos, trasladando la importancia de su voto, como si fueran una mayoría aplastante (porque saben que la mayoría real aspira a ese ascenso de categoría social).
Desde la revolución industrial han cambiado enormemente los medios de producción, sustituyendo el "mono" de trabajo por la corbata, es decir, que en los países más avanzados, el sector servicios se ha ido adueñando del sector producción. Éste cambio de imagen habla por sí mismo de un aparente cambio de estatus en las sociedades modernas.
Quizás debiésemos tomar conciencia del lugar que ocupamos en la sociedad y en el que vamos a permanecer para siempre. Es el primer paso para aceptar o no nuestro futuro. No se trata de conformarse, porque hay otras aspiraciones a las que tenemos acceso ( de tipo cultural, creativo, intelectual, etc.), que enriquecen y elevan el espíritu de los hombres.
En la calle escuché a un alma generosa, que poniendo un billete en el sombrero de un artista callejero,  decía: "A rico no voy a llegar...y de pobre no voy a salir, por esto". También otro trabajador me contaba hoy mismo, que habiendo estado reparando una máquina en la casa de su jefe, se dio cuenta que, aún trabajando duro toda su vida, jamás podría obtener lo que el jefe tenía en su garage. Esta toma de conciencia social y estas cosas son las que me animaron a escribir esta entrada.

3 comentarios:

  1. Y ese tomar conciencia que nombras, no es quizás un conformismo desesperanzador?
    Vivir aceptando que no hay salida, sin meta alguna a no ser de tipo cultural,cosa ésta por otra parte de cada vez más difícil acceso a pesar de ser innegablemente bueno para el hombre, pero que a la vez despierta su conciencia frente a lo irremediable y por consiguiente, podría empeorar esa aceptación del nuevo estatus que ocupa en el mundo.
    El saber o abrir la mente puede torturar el asumir este cambio de rumbo, este retroceso para mí inaceptable.
    Yo más bien creo en la revolución global, quiero el despertar de todos contra esa cárcel en la que nos han ido metiendo de manera descarada. Anhelo una unión sin precedentes contra tanta injusticia.
    Besos.

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  2. Todo esto, además, se ha acentuado en los últimos años. Después de unas décadas en las que las clases medias cada vez contaban con más peso en la sociedad y se extendía un cierto grado de bienestar, el desastre de lo que ha ocurrido ha provocado un retroceso en este camino hacia la disminución de las diferencias con las clases dirigentes. Estas, como bien dices, se han constituido en una casta insaciable: no encuentran freno.
    El freno somos nosotros. Primero, conciencia, después acción y solidaridad. Deberemos volver a conceptos que parecía que ya no íbamos a necesitar. Somos culpables porque nos creímos que ya nos habíamos instalado y no iban a ser capaces de quitarnos derechos. Ellos entienden estos como regalías.
    Sigamos pensando.

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  3. Ciertamente, esa clase media de la que hablas, ha quedado ya tan mermada que casi es insignificante a los ojos de quien las quiera mirar.
    La revolución industrial pareció en su momento marcar un antes y un después en muchos aspectos, no sólo a nivel productivo, fue más allá. Sin embargo, parece que hemos dado tal salto en el tiempo que todo lo logrado desde entonces ha quedado en aguas de borraja y lentamente (aunque siempre la hubo, nunca fue erradicada totalmente) nos sumergimos en esa esclavitud soslayada en trajes y corbatas, por el desenfreno de escalar montañas más altas de las que cada cual se podía permitir.
    No cabe duda, que siendo el director de esta orquesta esa clase dirigente, la cual se preocupó más de cobrar las entradas del concierto que de darlo fehacientemente tal y como marcaban las directrices del programa, se hayan terminado por divergir las clases sociales, de tal forma que se multiplica el descontento, el desasosiego y los hace, a éstos si cabe, aún más fuertes.
    Creo que toda etapa en la historia ha sido necesaria cuando el ser ha perdido el rumbo y necesita volver a sus orígenes, pisar tierra y tomar conciencia...porque hace tiempo que el hombre perdió la conciencia, y es en estos momentos, muy duros para muchos, cuando volverá a reconectar.
    No quiero creer los resultados del diagnóstico que emites, soy una inconformista de nacimiento, además, mi larga desaparición se debió precisamente a esto, he estado sembrando, para poder acometer esta lucha desde otros ángulos.
    Creo que aunque muchos lo tiñan de utópico, algo se puede hacer, siempre hay algo que hacer, lo que esté de nuestra mano, un poco hará un mucho, y un mucho logrará el todo.

    Muchos besos

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