jueves, 28 de febrero de 2013

La erótica de la Inocencia (IV) (La retórica de la erótica)





Quiso olvidar y lo intentó todo.
Se decía a si misma que lo soñó. Que nada de eso que ahora descubre, realmente ocurrió.
Que el calor de sus labios y las mañanas de música y fresas fueron  inventos del tiempo, de hace tanto tiempo, que los caprichos de la memoria colgaron como cierto.
Que su sexo estaba cerrado cuando el deseo llamó, y cuando se abrió ya no había nadie despierto.
Que siempre lo supo y calló. Que fingió no darse cuenta del aroma que rezumaba llamando a la bestia complementaria.
Que su inocencia era una farsa, una herramienta de tortura para castigar la lujuria.
Que todo fue una comedia desde el principio, cuando descubrió que él no escuchaba las historias de la Atlántida y por eso en vez de leer, se las inventaba.
Que nunca fue joven y hermosa como lo es ahora.
Que el espejo no miente cuando le dice que es una diosa.
Se lo decía a todos y a todas, que nunca quiso ser de nadie, que le gustaba estar a solas con un libro entre las piernas, en el suelo de la alcoba, soñando con asexuados querubines y con un eunuco que cantaba preciosas "arias agitatas".
Que su afición a la ópera de Verdi y Puccini fue infundida en su alma, cuando apenas era un cigoto en el vientre de su madre que cantaba.
Decía que nunca lo conoció, y nunca leyó en su mirada opaca, el deseo que lo agitaba.
Que cuando se fue, descansó de tanto luchar contra las llamas que día y noche la abrasaban.
Hablaba para olvidar los ojos que la escudriñaban, el roce de la piel tan blanca y tan tierna,
Hablaba para olvidar los besos que no daba, los días que pasaban con las nubes por su ventana, para olvidar el sudor que le bajaba por las piernas cuando sentía próximo el aliento en la nuca blanca.
Hablaba sin parar para llenar el silencio, que ni el eco de su voz le llegara cuando, de la magia secreta de la música y de la belleza le hablaba en el jardín de esta casa.


10 comentarios:

  1. Impecable retórica e impecables eróticas. Las palabras fluyen en tus últimas publicaciones sin "bla, bla, bla" sino con el sonido de una música que envuelve y a momentos te retuerce el alma y a momentos la libera.
    Mi querido Spaghetti, ¡estás que te sales de inspiración!
    Un fuerte abrazo, sincero.

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    1. Gracias Juji, el que tus ojos lo lean, ya es un premio para mi.

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  2. Hablaba, cantaba sin parar como la Callas, un canto de frustración, rota por dentro y el espejo siempre mintiendo.
    Amigo me han estremecido las tres versiones de la erótica de la inocencia, para rematar con esta retorica de la erótica, la música hilo conductor y tu poética escrita describiendo formas, matices de un sentimiento eterno que me deja dulcemente triste, la miel en la boca sabe amarga.
    Besito y felicitaciones por escribir tan sentido y bello.

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    1. jajajaja Natalia, "Hablaba, cantaba sin parar, ¿Cómo la Callas?". Permíteme ésta licencia en la puntuación de tu primera frase.jajaja ...siempre me acompaña tu buen humor.
      No dejes nunca que la miel se convierta en hiel.
      bssoss

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  3. Voy y vengo a leer esta serie tuya y a cada una de más,más inalcanzable parece la felicidad para dos seres cuyos silencios enmudecieron una posible felicidad.
    Una lástima es que no se transgreda ese mutismo,ese guardarse todo dentro.
    Qué grande la Callas.
    Besos.

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    1. El silencio es necesario para que la música ejerza su poder curativo.
      Gracias Marinel, por tu interés en éstas letras que se deshacen en mil silencios.
      bssoss

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  4. Ay, a mí que la naturaleza no me ha dotado de oído, qué falta me hace...

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    1. La Natura reparte sus dones entre todos y ha sido generosa contigo...
      abrazos Pedro

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  5. Extraordinara, sencillamente extraordinaria....La Calas, la imortal.

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