martes, 15 de mayo de 2012

Una ciudad sin miedo

Para él era un día más de una semana más, pero parecía domingo ... con ese despertar tardío de los transeúntes y las familias que perezosamente vagan por la plaza al medio día.
Los hombres hablan y gesticulan entre ellos sin apasionamiento y las mujeres se paran, comentan entre ellas y les siguen con sonrisas falsas como si se diera una diáspora de sexos cuando se encuentran familias de vecinos o amigos para agruparse por separado. Solo los niños y las niñas permanecen mezclados jugando a su alrededor.
Cerca de él sintió un perfume rancio como de iglesia o de vestido encerrado toda la semana en el armario esperando al domingo. Después de tantos años alejado de su burguesa capital de provincias seguía sin entender por qué la gente se disfrazaba los domingos.
Será una tradición inconsciente, se decía, porque las costumbres cambian con los tiempos y ahora tendrá que ser por diferentes motivos que los que animaban antaño a vestirse de domingo.
Se acercó al bar de siempre y pidió el café de siempre y el periódico del día. "Lo siento señor, hace más de dos años que no traen los periódicos a la ciudad", respondió un camarero desconocido, "La gente cansada de malas noticias, exigió a las autoridades la desconexión de todos los informativos en la radio y la TV también".
-¿Entonces, nadie sabe nada de la crisis, de la estrategia de shock, del Nasdaq ni de la prima de riesgo?
-La verdad es que yo tampoco se nada de todo eso, dijo el camarero.
Pagó un precio que le pareció ridículo por el café y salió a la calle.

6 comentarios:

  1. Genial. Me gusta ese bar. No me gusta estar desinformada, pero creo que las malas noticias influyen de una forma negativa en nuestro cerebro porque somatiza todo lo que le llega.
    Un abrazo

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  2. ¿y si todo fuera así, si bastara con desenchufarnos de la información para que todo se desmoronara?

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  3. Qué bien se vive en la ignorancia.
    ¿Dónde está ese bar paraíso?
    Nos hemos tirado de cabeza al infortunio de la era evolutiva ignorando(antes)que podía no ser más que el principio del abismo hacia el retroceso.
    Lo de arreglarse los domingos con trajes guardados en naftalina me trae recuerdos de niñez cuando mi madre sacaba del armario la ropa de los domingos con ese olor peculiar que provocaba náuseas a mi entonces delicado estómago.
    Besos.

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  4. Qué maravilla vivir en la "ignorancia"... Aunque lo de vestirse "de domingo" me recuerda tanto a mis domingos, de pequeña en mi pueblo ;)
    Besitooooooooooooossss

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  5. Ojalá que el desconocimiento nos evitara lo malo. Si así fuera, mañana mismo firmaría mi más absoluta ignorancia, pero me temo que no va a ser posible. Que disfruten mientras puedan.

    Un relato buenísimo, amigo Spaghetti, con una pregunta que siempre me hago acerca de los domingos: ¿por qué se arregla tanto la gente los domingos en muchos lugares?
    Bueno, que me encanta como cuentas las cosas y que te felicito.

    Un abrazo.

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  6. ¿Un mundo feliz? No lo creo, es más me parece un poco anodino, y así es como creo que describes el ambiente.

    Un abrazo.
    Mercedes.

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