miércoles, 15 de mayo de 2013
Las dos islas
Hay dos islas gemelas flotando en el océano, separadas diez o doce leguas de mar; una distancia imprecisa, porque parecen acercarse poco a poco a través del tiempo, como si de dos floridas balsas se tratase.
En el cuaderno de bitácora del Almirante, quedaba constancia de su existencia a quince o veinte leguas al Sudeste de su punto de partida, por lo que los marineros no alcanzaron a verlas con los ojos, y tampoco pudieron señalar la derrota, que los indios aborígenes de la zona les indicaron.
Cabía la certeza de que estaban habitadas. La isla Matinio únicamente estaba poblada por mujeres y Carib era la isla de los hombres.
El Almirante escribió en su diario de abordo: "En cierto tiempo del año, venían los hombres de Carib a la isla de Matinio a ver a las mujeres.
Si parían niño, enviábanlo a la isla de los hombres y si niña, dejábanla consigo".
Pasado éste tiempo, los hombres tenían prohibido permanecer en la isla Matínio y debían regresar a Carib solos, sin llevar mujer alguna en sus rudimentarias canoas.
Uno de aquellos indios de nombre Chacao, como el gran Hércules americano, tenía un hermoso cuerpo y su pelo estaba adornado con plumas de papagayo. Chacao quiso quedarse con Yavira, el día de la despedida. No quería esperar hasta el próximo tiempo para volver a visitarla, por lo que había comenzado en la construcción de una canoa pequeña que escondía entre la restinga y los manglares.
Sabía que de no regresar con los hombres a Carib, jamás podría volver a pisar la isla, pero también sabía que no podría quedarse en Matínio porque las mujeres no se lo permitirían.
Pero había oído hablar a los ancianos caciques, de una tierra al Noroeste que se elevaba sobre el azul del océano como una montaña surgida de las aguas, toda de roca tajada a la que los cristianos llamaron
Cabo del Enamorado; y que tras él se escondía la boca de un gran río que descendía por hermosos valles hasta el abra.
Chacao le contó a Yavira sobre todo esto, y juntos elaboraron un plan para salir de Matínio la noche antes de la partida de los hombres, cuando el viento estuviera sosegado y el silencio fuera grande.
Navegarían en su canoa rumbo al Noroeste, alejándose así de las islas gemelas y orientándose por las estrellas.
Por la mañana, los hombres lo echaron en falta y lo buscaron por las casas y rincones de la aldea, hasta que decidieron partir sin Chacao, cuando las mujeres hablaron de la desaparición de Yavira.
Hubo rumores de secuestro y otros decían de los embrujos y sortilegios de Yavira para hechizar a Chacao o de hacerlo desaparecer en las aguas.
La única verdad, es que nunca volvieron. Porque el que nada tiene, nada deja; y no regresa el que lleva consigo lo que más quiere.
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Muy buena tu historia, como si fuera una leyenda (¿lo es?), pero lo que realmente me llegó fue la conclusión final.
ResponderEliminarMe alegra haber dado con tu blog, recomendación de Fernanda de "abocadejarro".
Muchos saludos desde Buenos Aires.
Hermoso cuento con sabor a selva y a playas en islas perfectas. Me trae el aroma de la leyenda que evocaré este jueves. El amor lo puede todo incluso inventar islas donde vivirlo, nada tenían y nada les faltaba en teniéndose.
ResponderEliminarRegreso este jueves, luego veremos. Un delicado placer leerte amigo mío. Besito.
Éste relato está basado en "El Diario de Abordo" del primer viaje de Cristóbal Colon, cuando descubrió las Indias occidentales. Tanto los nombres de las islas como la cita entre comillada están tal y como aparecen en dicho "Diario de Abordo", lo que me llevó a imaginar el resto de la historia.
ResponderEliminarSon mágicas estas historias de aborígenes,mágicas y en su mayoría dolorosas sabiendo la historia de cómo nacieron a otras culturas.
ResponderEliminarTú has creado,a través de palabras verídicas,una hermosa trama de amor a-isla-dos.(ya ves,me ha salido así,ja,ja,ja)
:)
Besos.
Un relato lleno de magia y pasión.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Spa.
ResponderEliminarHicieron bien. ¿Te imaginas que algo similar sucediese en la realidad? Sería para morirse.
Me ha gustado muchísimo la ambientación de la historia en esas dos islas gemelas; es poesía.
Ah! y también me ha encantado la descripción de Chacao con ese hermoso cuerpo y el pelo engalanado con plumas de papagayo... ¿quién podría resistirse?
Besos, de otra payasa.
Es curioso. Los que nada tienen son los que crean las más perdurables leyendas.
ResponderEliminarAcabo de leer tu comentario en mi blog y cuando he comenzado a leer me he dicho: "si esto me suena..."
ResponderEliminarClaro que me sonaba porque ya te estuve leyendo (hace más de un año).
Cómo pasa el tiempo, ¿verdad?
Un beso gigante.