domingo, 5 de mayo de 2013

El soldado (X)

                                     
                                                     Fortaleza


Robert llegó a la ciudad al caer la noche pero con tiempo suficiente para instalarse en su casa, frente a la tienda donde trabajaba María. Abrió el balcón y se asomó a la calle vacía contemplando el cierre metálico de la mercería. En el oscuro mar del cielo temblaban estrellas azules como las casas encendidas de la costa, vistas desde un velero.
Colgó el uniforme y la pistola en el armario, abrió la caja de su bombardino, que tanto tiempo le había esperado en silencio y le dijo en voz baja: "Perdóname si te he sido infiel con el instrumento del ejército, pero solo tu eres mío", luego, el cansancio le cerró los ojos.
Por la mañana, salió al balcón y se dijo: "aún es pronto", pero bajó a la calle a comprar el pan y la leche y se extrañó de ver también cerrada la lechería. Pensó que había llegado la escasez hasta las tierras altas del norte por motivo de las revueltas y esperó a la hora en que debieran de abrir la mercería para dar una sorpresa a su querida María.
Pasaron las horas y empezó a preocuparse, no quería aventurar ninguna posibilidad y se dirigió al Café Lombardo, donde tiempo atrás iba a tocar con su pequeño combo de jazz y donde siempre le trataron bien. Saludó a Rudy, el dueño, que trabajaba en la barra y a algunos conocidos, pero notó cierta frialdad en las relaciones que antes fueron amistosas.
Después del desayuno, se encaminó con paso decidido al apartamento donde vivía María con su padre.
Inspiró dos veces antes de llamar a la puerta que se entreabrió bloqueada con una cadena de seguridad asomando la cabecita de María.
-¡¡Robert, qué sorpresa!!, gritó la muchacha abriendo la puerta de par en par y saltando a sus brazos.
- ¿Estás bien?, ¿qué te sucede?, añadió con los labios muy cerca de la oreja del soldado.
-Yo estoy bien. ¿y tu?, me han contado todo lo que ha pasado, vengo del Café Lombardo.
-Sí, ha sido horrible.- dijo ella separándose de él y mirándole directamente a los ojos.
-¡Ahora cuéntamelo tu!.- dijo Robert alzando el tono y alcanzándola de lleno con una bofetada que hizo tambalearse a María y añadió. -"Dame las gracias por no haber traído la pistola, he pensado en tí día y noche en todo este tiempo, aferrándome a tu recuerdo como un náufrago a una tabla y tu...poniéndome los cuernos con un marinero bastardo...es una pena que esté muerto, porque yo mismo le hubiera matado si lo encuentro...en el Café me han insultado riéndose de mi como de un cornudo apaleado".
María se desplomó llorando a lágrima viva en un rincón de la entrada.
-¿Que pasa aquí?.- preguntó el padre acercándose a duras penas y al ver a María llorando en el suelo se dirigió al soldado: -" Salga ahora mismo de esta casa".
-Lo siento, nunca más volveré a molestarles.- repuso Robert y salió.














3 comentarios:

  1. Je ne comprend pas, pero pas,pas...
    Le has dado un giro tan virulento a la historia, que he quedado noqueada.
    Deduzco que María a la postre tuvo "affaire" con ese pobre amputado,más allá del beso.O lo deduce la gente de su entorno,que es peor.
    Naturalmente, tras tanto desmembramiento,Daniel murió.
    Y ahora todo el mundo la martiriza, llega su amor y sin más preámbulo ni oportunidad alguna de respuesta,la pone verde, la abandona,etc,etc,etc...
    Ays, Spaghetti,veremos esos etcéteras cómo continúan.
    Besos.

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  2. Hola, Spa.

    A ese Robert le hubiera metido yo un bofetón que lo hubiera dejado tumbado. A ver si se entera que a las chicas no se les pega.
    Estoy algo despistada con la historia, la verdad, aunque como dice el dicho: "en el amor y en la guerra, todo vale!.

    Voy al nuevo.

    Besos.

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  3. Siempre hay un desencuentro en una historia así. Es necesario.

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