martes, 28 de mayo de 2013
EL MUNDO DESAPARECIDO
Nunca he sabido el nombre de esa flor, esa que los niños soplan y se deshace en miles de pelillos blancos; la llamábamos "abuelito"; no sé si por lo frágil o por las canas, pero cada primavera, aún soplo una de esas mágicas bolas en flor y contemplo el vuelo caótico de sus "pelillos", con ganas de pedir un deseo al aire.-donde se pierden todos los deseos-.
Hay un mundo desaparecido que nunca volverá, en el que todos los niños iban a la escuela y aprendían los valores y el respeto y al llegar las vacaciones, les llevaban a ver el mar y jugaban unos con otros con la imaginación y no con los juguetes electrónicos con los que creen relacionarse y sin embargo se aíslan. Había un mundo con vida propia, donde las máquinas no sustituían a las personas y la libertad se entendía respirando. En el mundo desaparecido las cosas tenían un solo nombre y no se confundía un teléfono con un grillete. Las nuevas tecnologías encadenan a los individuos como en la vieja esclavitud, pero con el engaño de creerse más libres.
En el mundo desaparecido se mantenía la conciencia social de trabajar para la comunidad, que revertía en beneficios sanitarios y preveía un futuro digno en la vejez; pero debido a las profundas transformaciones en las conciencias, provocadas por las nuevas políticas al servicio de la avaricia económica; el mundo desaparecido ya nunca volverá, porque nada vuelve, y los objetivos humanos cambian de prioridades según las circunstancias.
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En Buenos Aires, durante la infancia también jugábamos con esos "panaderos", como los llamaban acá. Ahora casi han desaparecido en medio del cemento.
ResponderEliminarNo sabía lo pedir un deseo ¿o es algo tuyo? Habría muchas cosas por pedir, no para uno, sino para que este mundo tome conciencia de su rumbo y gire un poco el timón hacia aguas menos egoístas, más solidarias.
No sé si el mundo desaparecido se puede volver a restaurar, pero se podrían aprovechar los adelantos tecnológicos de una manera más útil, menos compulsiva, en beneficio de la comunidad, no para exclusivo deleite personal de algunos.
Tal vez soy una soñadora idealista, pero es a algo que nunca voy a renunciar.
Muy bueno tu texto, que me hizo repensar unas cuantas cosas.
Un beso grande, Spa.
Y sin embargo, gracias a esta tecnología que parece que nos despersonalizara, te he conocido a ti, y me siento mejor persona por eso. Sin ella, jamás habría sabido de tu existencia ni de tus enormes talentos.
ResponderEliminarYo también soplaba y aún soplo esas flores, a las que llamo "panaderos", y de niña le susurrábamos al corazón de la flor, que es semilla y pura pelusa en las manos que la desmenuzan: -"Panadero, traeme pan".
Y el panadero siempre me escuchó y nunca me falló, a pesar de los vientos.
Feliz primavera desde mi otoño lluvioso!
Un abrazo a la distancia, que se ha hecho aún mayor en su geografía, pero no en la presencia que permiten estos juguetes con los que ahora jugamos a nuestro arte los grandes que nos sentíamos aislados y que hoy nos podemos comunicar desde dondequiera que esté nuestra vagabunda alma azul.
Besos,
Fer
Pero qué razón tienes... ¡¡¡qué felices éramos con tan pocas cosas!!! de niños no conocíamos las maquinitas tecnológicas, y nuestra imaginación volaba entre juegos, cualquier cosa lo hacíamos un juguete, y qué bien lo pasábamos y qué felices éramos.
ResponderEliminarHoy en día los niños ni los grandes podemos vivir sin el móvil ni el ordenador, nos hemos acostumbrado a lo fácil, y las máquinas nos sustituyen para todo, y lo más triste es que también para trabajar.
Me has hecho retroceder en el tiempo y me he visto en aquellas primaveras y veranos y de la mano con esa flor soplándola.
Un beso.
Diente de león la llamamos por acá, tengo una foto de mi hija con tres años soplando las semillas que echan a volar, supongo que entonces no supo pedir ningún deseo, pero sé que se han cumplido en mis sueños al verla ahora, bella, feliz y enamorada. No me quejo, en mi caso y en el de mi hija Ona ha sido posible creer esa mágia, no en otras que también son verdaderas y nada mágicas, aplastan cualquier sueño.
ResponderEliminar¿Cuando vienes por España amigo Spaghetti? Ojalá pudiera conocerte si pasas por Barcelona o por Andorra, caso de que te apetezca y lo quieran los Hados. Besito.
Yo sigo llamándolas así y así seguiré haciéndolo por mucho que sepa su nombre y es que llamarlas de otro modo,rompería la magia de enviarlas al aire cargadas con nuestros deseos incumplibles.
ResponderEliminarNo creas que estamos lejos de retroceder al comienzo...
Yo prefiero pensar en lo positivo de la tecnología,ya que gracias a ella, puedo hacer virar los malos augurios,transformándolos,qué sé yo, en intentos derramados mismamente.
Besos,Spaghetti
Che, pibe: tenés todas minas comentándote, y vos la vas con el verso del payaso solitario... Y encima te tomás tu tiempo para contestar y no das bola en Google+. Así no va la cosa, my friend. Así no hay ligue, no hay levante...
ResponderEliminarAvivate!!! Con todo respeto te lo digo, pero como siempre, a boca de jarro.
La idea sería que le pidieras al panadero que te traiga el pancito calentito, ¿se entiende? Aprovechá ahora que estás en España. Las españolas se ma hecen mucho más tu tipo que las yanquis. Y son definitivamente mucho más bellas y más hembras.
;)
Fer, ¿quién si no se desubicaría así? Si no te va, no lo publiques, ok? Todo bien conmigo igualmente.
Uy, también aprendíamos cosas inconvenientes. Somos alumnos de la escuela nacional católica, nada ejemplar, por cierto.
ResponderEliminarNo idealicemos el pasado.
Los abuelitos son los vilanos del diente de león o meacamas.
Besos
Aprovechar lo bueno nuevo para rescatar lo viejo bueno y desde ahí construir una mejor vida para todos, como ya te han dicho. He aquí el secreto, que además es posible, porque las conciencias están despertando de su letargo.
ResponderEliminarBesos y buen viaje o buen retorno, porque nunca nos vamos de los lugares a los que siempre volvemos ¿no?
Reafirmo tus palabras con todas sus letras!!! ¿Qué fue de ese mundo? Y sí, es cierto... mis amigos y yo llamábamos "abuelito" a esa pequeña flor que volaba en mil direcciones al mismo tiempo que nuestros sueños y anhelos. Aún les digo a mis hijos que se llama así, esté equivocado o no, que más da, son recuerdos de una época a la que me niego a olvidar.
ResponderEliminarSiento mis ausencias, mi estimado payaso, pero al igual que tantos, esta sociedad consume mi escaso tiempo personal. Y no sabes cómo duele!!!!
Me alegra saber que cuando enciendo el ordenador, hay gente como tú que nos recuerda dónde estamos y nos sigue haciendo soñar.
Un fuerte abrazo.
Esa flor que soplábamos de pequeños se llama vilano, lo descubrí leyendo Casa de campo de José Donoso. Lo busqué en google y efectivamente en botánica recibe ese nombre.
ResponderEliminarQuizá y a pesar de la tecnología los niños aún sigan haciéndolo y pidiendo sus deseos.
Un beso.
En efecto, como te comentan, es el diente de león, pero yo también la llamaba abuelo en mi infancia. Qué frágil.
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