Sabiduría
Se había posado la bruma sobre la ciudad. La luz del sol se difuminaba tras los estratos bajos que, como una bóveda traslúcida cubrían el horizonte.
El jurista militar, un viejo almirante de graduación, se presentó antes de lo previsto en la comandancia, donde le fue entregada una cartera con los cargos sobre el subteniente Robert Collins y los ocho soldados que lo ayudaron.
-Quiero que trasladen a los detenidos al gobierno militar esta misma noche, pero antes quiero interrogarlos por separado. El consejo de guerra será mañana al amanecer, en la sala de banderas del gobierno militar donde se dictarán las sentencias.- ordenó el viejo jurista.
Al atardecer, cuando el cielo pintaba de azul los tejados y las pesadas sombras de los edificios, el jurista descendió a las mazmorras para entrevistar al subteniente R. Collins. Ordenó a la guardia que esperaran fuera de la celda y al entrar se quitó la gorra tachonada de estrellas.
-¡¡Luca!! ¿de dónde ha sacado ese uniforme? dijo Robert al reconocer de inmediato al padre de María.
-Shhhhsss... es del almirante Sants, alguien se lo llevó cuando saquearon su casa. Ahora escúchame, en silencio. Todo está preparado, la población entera está con vosotros, no olvidan la ayuda y los alimentos que tu les has regalado, hasta los niños colaboran haciendo guardia en cada esquina, también María te está esperando.-
Luego, con voz susurrante, le explicó el plan de fuga que se llevaría a cabo esa misma noche, y se despidieron.
Entrada la fría noche, las estrellas tiritaban como candilejas en un oscuro teatro. El convoy que transportaba a los prisioneros, escoltado por una unidad motorizada, atravesaba la ciudad por las calles vacías que relucían a la luz de los faros de los automóviles. A la altura del Café Lombardo alguien descargaba un camión aparcado, pero al paso del destacamento, rodaron sobre la calzada, cuatro grandes barriles de cerveza impidiendo el paso. Una camioneta de pescado, cortaba la carretera por detrás. Cuando los soldados de escolta saltaron de su vehículo, fueron reducidos inmediatamente por un centenar de gentes que, como fantasmas aparecidos de repente, liberaron a los prisioneros sin disparar un solo tiro.
Robert, según lo previsto, fue conducido hasta el jardín de las estatuas donde le esperaba María.
Entre Eros y Selene se abrazaron sin poder contener la emoción. Desde lejos, Zeus les observaba con la mirada petrificada, apoyado sobre un rayo de mármol blanco.
No me das tiempo a seguir la historia paso a paso y no quiero perderme en el nudo. Me gusta saborear los detalles que le agregas a la trama, como:
ResponderEliminar"Entrada la fría noche, las estrellas tiritaban como candilejas en un oscuro teatro."
Me gustan esos toques mágicos, poéticos y las referencias mitológicas que dan un marco lleno de sentido a la historia, tan bien lograda:
"Entre Eros y Selene se abrazaron sin poder contener la emoción. Desde lejos, Zeus les observaba con la mirada petrificada, apoyado sobre un rayo de mármol blanco."
¿Qué esperas para publicar, querido clown?
No sea cosa que te suceda lo que vi el sábado por la noche en una muy buena película titulada "Words" en English, y "Ladrón de palabras", en español, que además de ofrecer una triple trama, más compleja que "the play-within-the-play" Shakesperiana y un merecido homenaje a Hemingway y sus historias de amor y guerra, me hizo acordar a todos los escritores de ficción que sigo, en especial a tí, que me dejas asombrada por tu vertiginoso ritmo de publicación, tu pasión y tu potente imaginación para la ficción, en este caso de amor y de guerra, tal como en este film, tal como en tantas monumentales obras de Hemingway, a quien tanto admiro.
¡Que no te vayan a robar tus palabras!
Bsos y buenas noches por aquí.
Fer
No puedo imaginar mejor testigo para su amor que ese dios paternal y como tal,protector.
ResponderEliminarMenos mal que la historia gira y gira en favor de una dulcificación esperanzada.
:)
Y es que no puedo conmigo misma si no siento que algo bueno pasa dentro y fuera de la realidad.
Ja,ja,ja
Besos.
Zeus es un tipo que cae en el pecado de la soberbia. No me extraña que los mirara así...
ResponderEliminar