Revolución
Viernes,
María, amor mío.
Tu carta me ha llenado de alegría y saber que estas bien.
Espero que podamos mantener la comunicación a pesar de todos los inconvenientes
y estoy seguro que tu padre se pondrá bien con tus cuidados.
La situación en ésta parte del país está empeorando. Nos
llevan de un lado a otro, de una ciudad a otra, para animar a las tropas
armadas, antes o después de de sus crueles intervenciones contra grupos de
civiles desesperados. He visto cosas horribles, En todas partes hay colas para
conseguir alimentos y la gente se pelea por una barra de pan. Ya ha habido
bajas entre los nuestros. Tuve que empujar la camilla con un herido que trajeron
al cuartel y vi horrorizado como salían sus huesos por un hombro sin brazo.
Estuve varios días sin probar bocado, no sé cómo estos cerdos gordinflones que
nos mandan y nos gritan las órdenes, pueden llenar la panza con tanta sangre en
las manos. Se escuchan explosiones desde la comandancia y se pueden ver
columnas de humo desde mi ventana.
Me pregunto si allá lejos, en el norte, las cosas están
mejor y si un día, no muy lejano, podremos bailar juntos, como dices. Me faltas
tu y me sobra todo lo demás. No pierdas la esperanza.
Ésta mañana me han llamado de jefatura y el coronel me ha
preguntado si conozco al almirante Sant o Sants, que se había interesado por mi
situación y solicitaba mi traslado al norte. Yo no conozco a ningún almirante,
pero si un ángel se cruza en mi camino, muy pronto estaremos juntos.
Sigue escribiendo, mi amor, tus cartas me devuelven la vida que se me escapaba. Sabes que amo la
música, pero cuando me aparto del instrumento, una amarga sensación de vacío se
apodera de mis entrañas y no puedo dormir, pero sueño con verte.
Te quiero.
Tu soldado, Robert.
El subteniente Collins, cada día esperaba al correo para
entregarle una nueva carta, incluso dos o más el mismo día.
Cuando se presentó el joven que recogía la correspondencia, de dijo
con una sonrisa familiar.- Mi subteniente, creo que si aguardase al fin de
semana, podría poner todas las cartas en el mismo sobre y se ahorraría mucho
dinero en sellos!.-
-Tú encárgate de que las cartas lleguen a su destino y en
traer rápidamente las que me envíen.
-El destino es la oficina 87, señor, yo no puedo ir más
allá...
-¡¡No me conteste, soldado, Fuera!!.- Gritó el subteniente
en un acceso repentino de cólera.
Aquella tarde, a la hora azul, cuando la luz mortecina del
patio del cuartel trataba de imponerse a la luz natural de un sol que se
despedía, recibió un despacho para presentarse urgentemente en jefatura a
requerimiento del coronel del regimiento.
Se le informó que debía abandonar sus servicios en la banda
de música, para incorporarse urgentemente a la unidad del Norte y se le entregó
su arma reglamentaria y el pasaje de un tren militar que le llevaría hasta su
ciudad de origen.
Me produce una gran ternura el amor que sienten,porque en realidad es recíproco por mucho que se cruzase un beso en el portal.
ResponderEliminarOcurre que las dudas son odiosas y tal vez María,comience a dejarles paso.
Quién triunfará?
...
Tú tienes la clave.
Más besos.
Gracias a todos los que seguís esta historia de "Guerra y amor".
ResponderEliminarVuestras palabras y comentarios me ayudan a seguir escribiendo, inventando, sintiendo, imaginando...Ya se acerca el final, espero no haberos decepcionado. Las semejanzas de lo escrito con la realidad no son puras coincidencias, al contrario, es la realidad, lo que está sucediendo y lo que puede suceder en un futuro no muy lejano, lo que me inspira cada relato.
¿Cuántas cartas así se han escrito en la historia de la humanidad? ¿Qué quedará de las nuestras, escritas en un sms?
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