Oscar Wilde: Foto, Google Images.
In Memoriam, Oscar Wilde; es un librito escrito por André Guide, en 1901, un año después de la muerte de Wilde; donde relata, con gran admiración por el escritor irlandés, sus encuentros, entrevistas y su corta convivencia con Oscar Wilde desde el prisma del ser humano, frívolo, distante pero genial en todas sus manifestaciones como persona y como contertulio.
"¿Quiere usted saber el gran drama de mi vida?. Es este: Yo he puesto el genio en mi vida; en mis obras no he puesto más que el talento". Confesó Oscar Wilde a André Guide en una ocasión y éste lo transcribe, no sin una crítica a la obra escrita, pero alabando su gran conversación.
No es mi estilo en este blog el copy/paste, pero como una excepción y como regalo especial a los que lo siguen asiduamente, quiero dejarles éste ingenioso e inquietante apólogo narrado de viva voz por Oscar Wilde a André Guide, quien lo transcribe en "In Memoriam O. Wilde"
“Cuando Jesús quiso volver a Nazaret, Nazaret había cambiado tanto que ya no la reconoció. El Nazaret en que había vivido estaba lleno de lágrimas y lamentaciones; ahora era una ciudad llena de carcajadas y de canciones. Y el Cristo al entrar
en ella, vio esclavos cargados de flores que se dirigían presurosos hacia la escalera de mármol de una casa de mármol blanco. El Cristó entró en la casa, y en el fondo de una sala de jaspe, recostado en un lecho de púrpura, vio a un hombre cuyos cabellos sueltos se confundían con las rosas y cuyos labios estaban rojos de vino. Se le acercó el Cristo, le tocó la espalda y le dijo: ¿Por qué llevas esa vida? – El hombre se volvió, lo reconoció y repuso: -Yo era leproso y tú me curaste. ¿Por qué había de hacer otra vida?"
“El Cristo salió de esta casa. Y en eso vio en la calle, a una mujer con la cara y los vestidos pintados, y los pies calzados de perlas; tras ella, caminaba un hombre con un traje de dos colores y de mirada lasciva. Acercóse el Cristo, le tocó la espalda y le dijo: -¿Por qué sigues a esa mujer y la miras así? – El hombre se volvió y reconociéndolo, le respondió: -Yo era ciego; tú me has curado. ¿Qué otra cosa podía yo hacer de mi vista?"
“Y el Cristo acercóse a la mujer: -Ese camino que sigues, le dijo, es el del pecado; ¿por qué lo sigues? Lo reconoció la mujer y le dijo riéndose: -El camino que sigo es agradable y tú me has perdonado todos mis pecados".
“Entonces el Cristo sintió su corazón entristecido y quiso abandonar la ciudad. Y al salir de ella, vio al fin, junto a los fosos, a un joven que lloraba. El Cristo acercóse y tocándole los bucles de la caballera, le dijo: -Amigo mío, ¿por qué lloras?”
“El joven alzó los ojos, lo reconoció y repuso: -Yo había muerto y tú me has resucitado; ¿qué otra cosa podía hacer de mi vida?”
Has encajado perfectamente esta entrada con las anteriores.
ResponderEliminar:-)
El relato que citas pinta ese hedonismo que fue la expresión de su rebeldía a la pacata hipocresia que lo condenó en vida y por la cual el genial escritor, ameno y chispeante interloctor y agudo y filoso crítico de su sociedad pagó con su vida. Pero fue la vida que él mismo eligió para sí. Sirve para echar más luz sobre su maravillosa obra.
ResponderEliminarLo que más me gusta de Wilde es De Profundis, una larga y emocional epístola a su amante Alfred Douglas, hijo del marqués de Queensberry, quien lo llevó a la ruina en todo sentido, escrita en la prisión de Reading, donde cumplía una pena por comportamiento indecente y sodomía.
Allí, ya más maduro y curtido, declara: "Detrás de la alegría y la risa, puede haber una naturaleza vulgar, dura e insensible. Pero detrás del sufrimiento, hay siempre sufrimiento. Al contrario que el placer, el dolor no lleva máscara."
Besos.
Con todos mis sentidos y sin llegar a tu nivel intelectual, te expreso con sabor agridulce, cada persona cuando reflexionamos sobre un escrito, sacamos unos pensamientos que pueden o no ser reales, pero son nuestra realidad; y a colación sobre el, cuando algo queda grande a una persona, el mundo se lo come, no se aprecia la esencia maravillosa de valorar una Libertad para una bella calidad.
EliminarLa alegría es ALEGRIA, al igual que una tristeza. Una expresión, una mirada.... Eso es sensibilidad,
EliminarAl pobre Cristo, debieron rompérsele los esquemas...
ResponderEliminarEl final es apoteósico en su trágica resolución.
Besos.
Interesante publicación, no conocía este librito. Habrá que leerlo.
ResponderEliminarA veces está muy bien el copy/paste.
Muchas gracias.
Un fuerte abrazo.
Hay que reconocerle a Wilde, aparte de su escritura, la capacidad para ser él mismo. No es tan fácil.
ResponderEliminarQue razón tienes, asi es.
EliminarMe apunto el libro, me gustaría mucho leerlo completo.
ResponderEliminarUn beso