jueves, 26 de abril de 2012
Azul sin alma
Se supone que todos tienen un alma.
Como si fuera necesario poseer un refugio donde almacenar los sentimientos, una caja negra, evanescente e independiente al cuerpo que perdure eternamente, con todas las pasiones dentro.
Él no lo necesitaba. Al menos no en esos términos, porque sus sentimientos, a menudo confundidos con sus instintos, entraban y salían de él libremente sin permanecer encerrados demasiado tiempo.
Podría decir que no tenía alma, pero no quería enredarse con nadie en una larga discusión metafísica que de seguro, no conduciría a aclarar nada.
Sus necesidades, podría decirse que eran más primarias, sin por eso ser exclusivamente materiales.
Necesitaba amar, más que ser amado. Pero después de tanto tiempo de ausencia y abstinencia parecía haber perdido el derecho al amor.
A medida que pasan los años se va perdiendo el acceso a la belleza joven y debía asumirlo con resignación aunque todo el amor, que se había ido acumulando con el tiempo, no tuviera aún un destinatario.
En el fondo de su corazón albergaba cierta esperanza que le hacía mantener el atractivo, porque, pensaba ante el espejo mientras se afeitaba, un hombre que se abandona a si mismo está ya al borde de la desolación y ese tiempo aún no había llegado.
Cansado pero no abatido se sentó en un banco del parque.
Delante de él desfilaron paseantes anodinos como sombras, parejas maduras silenciadas por la costumbre, jubilados que recorrían el paseo con desgana, algún joven con prisas que los sorteaba como un corredor de obstáculos y en el contraluz de la hora azul, vio aproximarse la perfecta silueta de una mujer encadenada a dos gemelos "cocker spaniel". Tuvo que usar la mano de visera para cerciorarse de que no era una aparición de la diosa Cibeles en su carruaje tirado por dos leones.
Al llegar a su altura se le acercaron los perros amablemente y algo debió decir a la infinita sonrisa de su dueña que le permitió acompañarla paseo abajo hasta desaparecer juntos en el lomo del puente.
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No te puedo explicar cómo, ni por qué, pero todos tenemos alma, está en nuestro cuerpo y por fuera de él, está en nosotros, es nosotros.
ResponderEliminarTú la puedes imaginar del color que quieras. Azul me gusta. Tiene alma.
Y toda alma necesita amar y ser amada: no basta con la necesidad material de este señor. Agranda más el agujero en el alma, el agujero de la desolación, que se filtra en toda alma, aunque quieras disimularlo.
La mujer acompañada de sus perros no le podrá dar más que la ilusión del amor que él, que se asume desalmado aunque es pura alma, busca. Tal vez haya más amor del que alimenta al alma, a pesar de su mala prensa, en los jubilados que pasean por el parque.
Me gustó ésta al fin de mi día, Almazul: gracias por este guión lleno de alma desde Buenos Aires.
Has,como descrito una escena de alguna película,donde se engarza el profundo tema de la soledad al nunca despreciable tema de ese algo que se nos presta al nacer, o al menos eso dicen,y se mantiene una vez nuestro cuerpo se diluye.
ResponderEliminarExistencialismo con un final ilusionante donde el romántico destino,parece ponerse al fin al día,con ese hombre maduro que asumiendo el paso del tiempo,lo mantiene a raya.
Besos.
Hola queridísimo! qué buena entrada Spaguetti...mira tú que hermoso relato...él está claro que refugio no necesitaba...aparentemente.
ResponderEliminarEl amor...el amor...el amor guardado, contenido es lo único que EL ALMA añora, reclama para volverlo a la vida!!
un abrazo grande!
Ali♫♪
Me renace la esperanza de un encuentro así en el Parque, voy ahora mismo al parque, aunque por aquí está lloviendo. Lo de la diosa Cibeles es sublime.
ResponderEliminarCuando y dónde menos lo esperamos se puede aparecer el Dios/a de nuestros sueños y aniquilar esa soledad indeseada que tanto daño hace, a veces. Saluditossss!
ResponderEliminarTodos sentimos la necesidad de amar, pero de lo que se trata es de aprender hacerlo. Sin ansias para que pueda fluir. Deseo que ese encuentro crezca y se desborde...
ResponderEliminarUn beso
mJ.Aunque sea una parte de mi o yo mismo el protagonista de mis relatos, siempre tengo que inventar un final feliz que me de esperanza ... pero la realidad es que estoy más solo que la una.
EliminarUna de dos: o recobró su alma al ver a esa diosa o nunca la perdió y solo tenía el alma adormilada. (Los perros eso lo perciben y a un hombre sin alma le hubieran ladrado)
ResponderEliminarBesos
Quizá era ella quien te esperaba, Quizá siempre haya una Diosa esperando "un alma" que "iluminar", un alma en la que derramarse.
ResponderEliminarMuy bonito.
abrazo.
Mercedes.