domingo, 15 de abril de 2012
El fin de la tierra
Llegó al fin de la tierra y se detuvo justo en el borde. Bajo sus pies caía un acantilado rocoso sumergiéndose en el océano, levantó la mirada de las olas que se estrellaban contra las horadadas piedras y contempló el manso horizonte, repitiendo la acción varias veces.
Comparaba así la violencia contumaz de las olas golpeando insistentemente las rocas, con la paz que se extendía por la línea divisoria de los dos azules y solo tenía que levantar la cabeza para pasar de la una a la otra, de la paz a la guerra y viceversa.
Dejó que la brisa le atusara el cabello y llenó sus pulmones de libertad.
Quiso gritar desde dentro, con la voz de las entrañas y proyectar su grito al infinito pero miró con prudencia a su alrededor, consciente de que siempre hay alguien en cualquier parte, un pescador furtivo o un anciano paseando al perro, solitarios como él pero con un pretexto para que nadie les tomase por locos.
Él, sin embargo, estaba solo, sin excusa alguna para estar ahí parado como un suicida al borde del abismo.
Si en ese momento alguien le preguntase que es lo que hacía, no sabría que responder, o al menos nada convincente para nadie más. No podría decir la verdad al primer desconocido que llegue, que era un fugitivo, que había llegado al fin de la tierra huyendo de sí mismo y que ahora frente al mar, vio que no tenía escapatoria y tenía que entregarse.
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Adentrarse en las aguas del océano para recorrer los abismos del subconsciente y encontrar la luz que habita silenciosa en su interior.
ResponderEliminarHay que estar solo para tal tarea, y como dices, sin excusas.
Un saludo
Uf! vaya situación.
ResponderEliminarNunca me he encontrado en algo similar, debe ser porque no me gusta acercarme nunca a los bordes de las cosas...
Pregúntale si le puedo entregar mi mano para que comience a dar pasos de retroceso.
Un beso.
No hay peor huida que la de huir de sí mismo. El suicida no llena los pulmones de libertad, aunque así lo crea, sino que encadena su alma en la roca de oscuridad más tenebrosa y lastima a sus seres queridos que lo sobreviven, si los tiene.
ResponderEliminarUn abrazo desde este lado de la Tierra redondita.
Si el fin de la tierra es el mar,yo me entregaré con gusto a ser víctima complaciente de mi final.
ResponderEliminarPero...uisss,que sea más tarde que pronto que tengo una nena de nueve añitos y quiero verla crecer como al mayor.
La soledad es fría como ese líquido salobre e inmenso que nos atrae.
Besos.
No he querido trasmitir la imagen de un suicida, si alguien lo ha interpretado así, le aclaro que solo he usado la figura o la semejanza de un hombre al borde de un precipicio.
ResponderEliminarNo está en su mente el suicidio, por eso llena sus pulmones de libertad frente al océano, aunque en su lucha interior trate de escapar ingenuamente de si mismo, cobarde si, por no enfrentarse a su propio yo, aunque reconoce en la última linea que debe hacerlo entregándose a si mismo. Pero por otra parte, solo el hombre más valiente reconoce llevar dentro a su mayor enemigo, analizando sus debilidades y la estrategia a seguir para vencerse y superarse cada día.
Gracias a todos los que comprendan que la sucinta extensión del relato me impedía estas aclaraciones.
No debió rendirse...
ResponderEliminarEl momento en que te entregas a tu verdad de fugitivo, de haber estado huyendo de tu propio abismo, es cuando te liberas y puedes salirte del borde del acantilado para comenzar a tomar aire puro y reconciliarte con esa verdad de luces y sombras que te habita, habiendo superado las ganas de gritar que la osuridad abismal mete, y que seguramente volveran alguna que otra vez. Pero es el confrontarse con esa verdad lo que nos hace crecer y poder caminar en la dirección que nos preserva.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
No he podido evitarlo. Te guste o no, te he dejado un premio en mi blog, el cual, me encantaría que pasaras a recoger. ¿Lo aceptas? Me encantaría que lo hicieras.
ResponderEliminar¡Un besazo!
PD: "Solo el hombre más valiente, reconoce llevar dentro a su peor enemigo..." m-a-r-a-v-i-ll-o-s-o
Gracias por tu explicación Spaghetti, es que como él estaba ahi al borde del acantilado y al final se entrega frente al mar, interpreté que saltaba al vacío, o sea que se suicidaba. Perdón, ahora me quedó clara la idea. Gracias por aclararmela.
ResponderEliminarUn beso
Mejor así, la vida es lo único que tenemos.
ResponderEliminarMe ocurrió,lo que suele ocurrirme a veces:
ResponderEliminarMe precipité en mi interpretación.
Y es que a mí también,como supongo le sucede a todo el mundo,me cuesta enfrentarme a mí misma,a esa espontaneidad que no deja de solaparse a mis entrañas y me hace visceral e ingenua,y como no...
Tan infantil en ocasiones!
Tendré que sentarme frente al mar y hablar conmigo misma...
Me gusta saber la interpretación correcta.
:)
Besos.
Hola! es la primera vez que te visito y siempre leo tus comentarios donde Pedro Ojeda E., y la verdad que a parte de su toque de humor, vas al fondo.
ResponderEliminarme ha encantado tu presentación al constado de tu blog...;-)
En relaciòn a esta entrada no se me ocurrió pensar en el suicidio,por el contrario, es lo que tú explicaste porque estoy viviendo un momento en que la verdad está ahi al borde....solo me basta integrarla...;-)
solo el hombre más valiente reconoce llevar dentro a su mayor enemigo, analizando sus debilidades y la estrategia a seguir para vencerse y superarse cada día."
Creo que por primera vez tengo consciencia de mi enemigo...
Felicidades!
Ali♫♪