Era casi de noche y estaba solo en casa. Había pasado un buen rato instalando la nueva tapa del váter que había comprado en un bazar de bricolage. Le pareció que todo encajaba en su sitio y recogió las herramientas y la tapa vieja que acababa de sustituir.
No pudo evitar acordarse de un artista callejero, que repetía un número introduciendo su cuerpo en una raqueta sin cuerdas y saliendo airoso de lo que parecía imposible.
Calculó a ojo las medidas del agujero de la tapa y se la pasó primero por la cabeza y con un esfuerzo repentino consiguió pasar el brazo izquierdo también, quedando encajada a modo de bandolera entre el cuello y la axila... demasiado angosto el agujero como para pasar también el hombro derecho...por lo que decidió sacarse la tapa siguiendo los pasos inversos, pero tal operación empezó a ser tan dolorosa como irreversible, el cuello, enrojecido por la presión cortante de la tapa, parecía más una berenjena y por muchas contorsiones del cuerpo, presionando y tirando de la tapa, aquello no se movía ni para adelante ni para atrás. Pensó que necesitaría ayuda para salir de tan aparatosa situación. Entonces se acordó de que tenía que ir a recoger a la niña al instituto, porque había ido, después de las clases, como animadora del equipo de fútbol del curso y no podía dejarla volver sola y de noche hasta la casa, además ella podría ayudarle. Ni siquiera tendría que salir del coche.
Pero conducir de esa guisa era patético, ya tuvo algunos inconvenientes menores para entrar en el coche con el brazo levantado y ese arnés cruzándole el cuerpo.
Antes de llegar, le pareció ver sonreír a la luna, y le devolvió la sonrisa más por vergüenza que por cortesía.
No tuvo que esperar...se escuchaba el algarabío de estudiantes, futbolistas y animadoras en el aparcamiento. Ella enseguida reconoció el coche y se acercó, traía la sonrisa de los vencedores...más en el amor que en el fútbol... ella, que siempre reía como el agua, cuando le vio atascado en la tapa del váter, como en una trampa de conejos; rió a borbotones, en cascada saltaban los lagrimones ...le pidió ayuda, pero ella quería salir de allí y que nadie la viera con él, en esa absurda situación.
Ya de regreso a casa, se volvieron a cruzar con la luna y ella dijo en un intervalo entre dos hipos:
-Parece que la luna se ha reído.
Que situaciòn tan de payaso. Buenìsimo el relato.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Bueno por lo pronto hizo reír a la luna y a su hija y, amigo mío, esas sonrisas no tiene precio
ResponderEliminarUn besote
Gran imaginación tienes, la luna es simpática y empatizó con él, menudo panorama que al menos se suavizó con esa sonrisa.
ResponderEliminarBesicos.
¿Fuiste tú? Jeje, yo también me he reído, pero te aseguro que he sentido pena por ese pobre hombre aprisionado en una tapa de váter.
ResponderEliminarFeliz semana. Besos.
Perfecto. Imaginación y risa al poder. Me ha encantado, Spaghetti... ¿la luna llena, te aporta mucha más inspiración, si cabe?
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y gracias por el deleite.
Pues va a ser que sintiéndolo mucho,ante semejante situación y antes de pasar a la acción urgente de ayudar,a mí me entraría un ataquillo de los míos de esos imposibles de reprimir donde hasta las lágrimas, en lugar de resbalarme por la cara,saltan echas chispas.
ResponderEliminarJa,ja,ja
Yo tengo algún que otro suceso particular,no de esta guisa,pero sí de otras,donde se me han reído de lo lindo.
Y es que soy de un despiste descomunal,ja,ja,ja
Yo también me río de mí misma y así es menos bochornoso.
:)
Besos.
No solamente ha reído la hija y la luna. Es imposible no hacerlo. Muchas veces, todos y todas, nos metemos en situaciones un poco comprometidas, no es sólo tu personaje del relato. Somos así...
ResponderEliminarGracias amigo por la sonrisa que le has puesto a mi mañana.
Un abrazo inmenso.
Me recuerdas al viejo chiste aquel de la señora que se le quedó pegada la tapa del water. Su marido la llevó al médico que dijo aquello de "como c...no está mal, pero para ponerle un marco...".
ResponderEliminarLa luna se ríe mucho cuando estállena.
Las cosas más hermosas de la vida comienzan así, con un bricolaje casero. Doy fe.
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