Es joven.
El ovalo de la cara perfecto, las fibras de los músculos
alargadas se prolongan a lo largo de su
cuerpo radiante a la luz huidiza de este único instante.
Es bella.
Suaves promontorios palpitan al ritmo de la respiración y de
las horas.
Voz líquida de cántaros y ríos, con ecos de espuma y
azucenas.
Orgullosa de su alquimia, vuelve en oro lo que toca.
Es ella.
Siempre igual y siempre cambiante, caprichosa de brisas de
tul y ocasos de muselina.
Impaciente y coqueta cambia de vestido cada día, para que
haga juego con el paisaje.
La tarde no espera
Da igual si la tarde no espera o si la luz huye hacia la noche empujada por el capricho de la brisa, siempre nos quedará este único e irrepetible instante, este preciso momento en el que lees este comentario mío...
ResponderEliminarbesicosssss
Se me hace dulce, esplendorosa y....enigmáticamente huidiza.
ResponderEliminarMe ha gustado especialmente este daguerroptipo.
Un abrazo
Me encanta cuando la luz baila con las sombras sin llegar a desaparecer una y aparecer la otra mientras en el cielo Venus las contempla radiante
ResponderEliminarUn beso
Joven, bella, hermosa y misteriosa como el tiempo.
ResponderEliminarEres un malabarista de las palabras.
Saludos afectuosos.
Hermosos versos a la caída de la tarde que dan paso al brillo de la noche.
ResponderEliminarUn beso.
Mercedes.