GENESIS DEL SILENCIO
Posó sus labios suavemente contra la boquilla del trombón,
al principio frío acero calentándose con el aliento, como un beso profundo que
la columna de aire inunda en un remolino perfecto… al llegar a la campana sonó
una nota y se detuvo.
Esperó el eco tenor de la voz varonil del instrumento pero
fue en vano. Una sola nota está vacía de música, no es nada más que un sonido
sin eco, un ruido aislado que necesita una compañera que le de un sentido
armónico a sus preciosas intenciones.
Entonces volvió a insuflar una nueva columna de aire aún más
apretada por la extensa tubería de latón hasta alcanzar un tercer grado en la
escala de comparación y fue precisamente ese intervalo de silencio entre las
dos alturas lo que generó un átomo de música.
Un beso aún más apasionado fue la tercera nota alcanzando el
quinto grado y formando así un acorde con tres notas y el silencio
instantáneo de sus dos intervalos.
Así nace la música del silencio que es su ausencia.
Así nace el silencio arropado por el sonido que se desvanece
armoniosamente, dejando un rastro de belleza muda.
Al instante, el silencio baila su danza invisible entre
melódicos besos de aire y notas que el viento esparce.
Y es que un beso tiene eso. Un beso dado como Dios manda acalla al mundo porque sólo existe eso, el silencio del beso, lleno y pleno de melodía...
ResponderEliminarUn beso
La música callada, la mejor.
ResponderEliminarMe encanta cuando la música se une a las palabras, pues creo que un buen texto necesita de una excelente musicalidad... y de silencios, claro está.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Poética, tierna y romántica forma de hablar sobre la presencia y la significación del silencio. Efectivamente, sin él no existiría la música, sin él no existiría tampoco la musicalidad en el movimiento.
ResponderEliminarUn beso.
Mercedes.