LA BAILARINA

A Mercedes Ridocci

Bailaba descalza, ceñían su cuerpo unos leotardos blancos que marcaban y fijaban las más bellas curvas de su cintura, cada movimiento era una frase al viento, su danza, una historia muda.
El pelo al vuelo, quería huir de sus pensamientos. Que tragedia se sentía! que a todas sus vísceras impulsaba, para caer suavemente, desfallecida, derrotada.
Zumbaba el corazón como un duro pandero indígena, por la vida que se escapa, que se queda en cada instante en el temblar de sus dedos que dibujan letras en el aire.
Ascendía como una nube de verano sobre las cabezas de los mortales, sin gravedad y sin miedo en su albara, con movimientos dulces, majestuosos por su victoria sobre los cuatro jinetes que escapaban.
Ahora, triunfante saluda con una flexión imposible y se desvanece entre bambalinas de blanca muselina y regresa a recoger las rosas lanzadas como besos en penumbra.