Hoy es Ayer.

Te mentí.
Todo lo que dije solo valía para ayer. Hoy es otro día y nada de eso me importa.
Hoy te diría otras cosas, que prefiero seguir sentado mirando temblar el agua  en la bahía, sintiendo el aire entrar y salir por los orificios de mi cuerpo, cómo lentamente se desparrama la energía por los apoyos que me unen a la tierra, que el mundo que me arropa nada tiene que ver con lo que dicen que me tiene que importar,
que los ajustes del gobierno y los dorados balones de Messi me importan un bledo como la dimisión del jefe de gabinete de Obama o los ERES de Canal 9 ... ¿que es todo eso?  ¿que tiene que ver con estas aguas tranquilas? Eso pertenece al otro mundo, a un mundo fantasma que no existía antes de la televisión ni de las comunicaciones, cuando se paseaba por la carretera sin coches de los pueblos con los zapatos de los domingos, cuando la casa era un hogar y sobre los campos yermos del invierno volaban las cigüeñas hacia el sur y la vida transcurría dulcemente, con tiempo y sin relojes.
Hoy es entonces. Mañana no sé, ni lo quiero saber hoy.