viernes, 12 de abril de 2013

La erótica de la inocencia (XVIII)





Solo la sospecha de padecer una enfermedad mental, que nos impidiera canalizar nuestros actos, llenaría de pánico a cualquiera. Puesto que cualquier trastorno emocional puede modificar el comportamiento, sin intervención de la razón; incluso conservando la inteligencia para obrar con disimulo, fingiendo afecto, seguridad, ternura en las relaciones. El amor de Sofía hacia su hijo pudiera ser parte de una representación, o de un ensayo sin necesidad de audiencia ni reconocimiento, porque a veces sentía que era un muñeco traído de su infancia y lo trataba como a un juguete viejo que alguien le regaló, sin embargo otras veces lo apretaba contra su pecho como si fuera una parte inseparable de si misma, que la protegía del mundo a la vez que ella le daba a él su protección.
Hasta ahora, se había refugiado en su silencio como una coraza inexpugnable tras la que encontraba la paz, pero advirtió las sospechas que despertaba en Marco su introversión, y sus incontroladas reacciones. Pensó que siendo una estudiante brillante, que razonaba las respuestas en todos los exámenes, era prueba suficiente de su equilibrio mental, pero ahora necesitaba demostrar además, que era capaz de llevar una vida dentro de los cánones impuestos por nadie sabe quién; y se afanó en representar su papel de madre, amante y la persona modelo que le exigía el nuevo guión.
Llegó al punto de no experimentar remordimiento alguno ante las consecuencias de la nueva farsa.
Marco empezó a creer que se había recuperado, cuando la oía canturrear por la mañana fragmentos de "O mio babbino caro" de Puccini,  con un gesto de felicidad hacia su pequeño, sin imaginarse que era al padre del niño a quien dedicaba sus cantos.
En la cama con Marco, nunca tuvo que fingir los orgasmos. Cerrando los ojos y pensando en aquellos tres miembros jóvenes inyectándola vida por todas sus oquedades simultáneamente, alcanzaba un  éxtasis morboso y arrebatador que arrastraba a su vez, la ingenua libido de Marco.

Era la única madre en su clase y por eso ejercía cierto respeto entre sus compañeros de aula, aunque la criticaran por la espalda. Incluso mantenía una posición de influencia sobre algunos estudiantes que la admiraban y la defendían ante el resto de la clase.
Parecía haber recuperado un clima de estabilidad y el mutismo de Sofía se había abierto a una confianza que antes parecía imposible.
Una noche después de cenar, permanecieron sentados a la mesa y Marco la miró directamente a los ojos intentando penetrar más allá del cristal oscuro de sus pupilas, que flotaban como agujeros negros en medio de la galaxia azul del iris.-¿Que te pasa?- preguntó Sofía manteniendo la mirada, muy segura de si misma.-¿Quieres hipnotizarme?- y estalló en una carcajada.
-He notado cierta distancia últimamente- dijo Marco,- ¿Sucede algo que no me has dicho?
-Tu lo sabes todo, querido.
-No es cierto, Sofía, hay muchas cosas que desconozco, preguntas que me atormentan y temo que sigan sin respuesta.
-¿A qué te refieres?
-Me refiero a tu pasado.
-Yo no tengo pasado- dijo Sofía suavemente, levantándose y tomándolo por la corbata lo llevó a la habitación.- Pero te voy a enseñar lo mejor del presente- añadió.


8 comentarios:

  1. He notado que vienes con la erótica hace semanas, creo, no estoy segura, ya que por todo el rollo del agua en casa y en mi zona y mi ciudad, no he podido encender la compu por días enteros. No había siquiera regularidad en el suministro eléctrico. Recién ahora mi vida va saliendo de la locura desestabilizante de vivir como en el siglo XIX en pleno siglo XXI... Cosas que pasan a veces y con las que también se crece.

    El tema de la locura siempre me ha fascinado: el miedo a la locura, sobre todo. Esos trastornos emocionales que nos desestabilizan en todos nuestros roles son temibles y siempre abren la puerta a la sombra de la falta de cordura tan temida.

    Sin embargo la locura también puede resultar liberadora para quien la padece: borra conciencia y culpa, exacerba ciertas emociones más morigeradas en otros, "los cuerdos", abre la puerta de lo artístico, aunque disfunciona en lo vincular y hiere a los más próximos irremediablemente, estigmatizándolos ante la mirada de los otros, que señalan impiadosamente.

    Quien quiera que haya tenido un familiar que ha transitado esos penosos caminos le conoce bien la cara y lleva sus cicatrices en el alma.

    Besos.

    Fer

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  2. ¡Buf que entradita! si no he entendido mal, ¿la madre acodándose en su locura mantiene una relación con el hijo al cual confunde con su padre?.
    Sin palabras me has dejado hoy porque has sentado la locura en una silla poco cómoda a ojos de la sociedad.
    Besos cuerdos.

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    1. JAJAJAJA Gloria. Muchas gracias por el comentario, pero creo que te he liado un poco. No es tan retorcida la historia como tu la interpretas, porque hay que leer las entradas anteriores. Siento mucho el confundir a la gente con esta historia que voy creando día tras día y una entrada suelta hace perder el hilo del relato, llevando a erróneas interpretaciones.
      bssoss Gloria.

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  3. Gracias, muchas gracias a todos los que seguís éste relato improvisado día a día, por darme fuerzas para continuar inventando una historia que cada vez se enreda más y tendré que encontrar un final pronto para no cansar a los que la lean.
    Especialmente agradecido a Myriam, por sus aportaciones como profesional de "amores y relaciones". A Marinel,por plasmar siempre su actitud como madre y su poética ingenuidad ante la vida. A Natalia, por su sensibilidad como mujer y su capacidad de síntesis. A Fer,- con quien me solidarizo por el desastre pluvial en Argentina- por dejar su impronta intelectual...Y a todos los que leéis este blog en silencio (que sé que sois muchos, por el número creciente de visitas), porque es para todos vosotros por lo que sigo escribiendo.

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  4. Ánimos, que esto da para mucho. El Edipo pero madre e hijo a toda pastilla, y esa huida con Marco para navegar el sexo...todo en el aire.
    Espero leer más aunque esté desaparecida.
    Nota: La mar la tengo en mi corazón porque nací en Barcelona y tengo casa en Galicia a 100 metros de la playa, sin ella no soy ni existo. Me gustó la idea del tubo de aspirina para relato con mensaje, pero estoy metida en la tercera Cruzada con novelón, casi naaaa. Besitooooooooooo.

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  5. Ejemmmm,poética ingenuidad ante la vida?
    Ays...
    Lo dejo ahí,va.
    :)
    Pues qué quieres que te diga; sinceramente, no me gusta el cariz que van tomando las cosas.
    Se me antoja que Sofía tiene ciertas desavenencias entre la mente y el corazón, como que no van unidos. Además la presiento dada a la escenificación de la vida, la suya, cuyos matices va eligiendo cuidadosamente para seguir adelante de una manera u otra.
    No me gusta que utilice a Marco e incluso al pequeño para idealizar, o sencillamente proseguir...
    Reconozco que me tiene sumida en el desconcierto.
    En fin, lo dejo ya que me embrollo...
    Nos marchamos mi ingenuidad y yo,ja,ja,ja
    Besos espabilados.

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  6. ¿Quién está libre de sufrir una enfermedad mental? De todas las formas, cada día es un esfuerzo por reinventarnos.

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  7. Spaghetti, creo que tres veces vine a leerte y algo me interrumpió, ahora estoy metida en tu relato con calma y lo he leído con mucha atención:

    Me gusta mucho todo el inicio del texto, en como has descrito los estados de Sofía incluida las representaciones de los roles que actúa. Me parece excelente, desde el punto de vista psicológico.

    Nunca de dije nada de tu estilo creo: para mi es muy claro y de fácil lectura.

    Un abrazo

    (me alegro de que aunque te perdieras entre mosquitos, pulgas y perdices.... jajajajaja
    no te ahogaras en el Mar Rojo Por simple curiosidad femenina : ¿fuiste al enlace del texto en esa entrada de "se puede aprender muchísimo de una caca?)

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