martes, 9 de abril de 2013
La erótica de la inocencia (XV)
Languidecía el verano como el final de unas largas vacaciones. Él no volvió a preguntar, pero no por desconocer los detalles, terminaba de aceptar esa situación silenciada. Ni ser padre de un hijo nacido de la barbarie, con la semilla salvaje de un violador enfurecido. Quería saber las razones por las que Sofía decidió tener el niño y por qué ella sola lo parió renunciando a cualquier asistencia. Pero sabía que no obtendría respuestas de ella.
Por las investigaciones que había realizado por su cuenta, pudo saber que el 25 de diciembre figuraba la partida de nacimiento de Marco Phillimore en el registro civil, por lo que tenía ya más de año y medio. Se enteró también de que la casa estaba alquilada a nombre del padre de Sofía, Hans J. Proust, desde que llegó a la ciudad embarazada, aunque ni su padre ni su madre sabían que eran abuelos.
Todo lo que rodeaba a Sofía tenía un halo de misterio.
Marco accedió a casarse con la madre de Sofía, una madre soltera 6 años mayor que él, apremiado por las ansias de la señora Phillimore para regularizar la situación de cara al vecindario, pero el matrimonio no funcionó y se divorciaron tres años más tarde, cuando Sofía llegó a la mayoría de edad.
Sabía también que su padre nunca la reconoció como hija suya ni le dio su apellido, aunque se hizo cargo de su mantenimiento y de todos los gastos que alegaba su madre en los juzgados.
La infancia de Sofía había transcurrido entre el secretismo y las luchas legales entre sus padres. El señor Proust ya estaba casado y tenía otras dos hijas de su matrimonio cuando la madre quedó embarazada a los 16 años de edad, y trató por todos los medios de ocultar el nacimiento, llevándose a la joven madre con el bebé a una casa apartada en el campo, lejos de las comidillas de la ciudad en la que vivía su familia legal, donde la visitaba regularmente y les llevaba lo necesario para vivir con ciertas comodidades y algunos regalos.
Allí, en aquella casa escondida y alejada del mundo, Sofía dio sus primeros pasos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Se entiende por tu relato algo que suele suceder: una historia de secretos pasa de generación en generación, lo que explica la actitud de Sofia en cuanto a sus silencios para con Marco.
ResponderEliminarPor otro lado esto de Marco padrastro y amante de Sofía, me recuerda mucho a Woody Allen. Y lo de que acepte tan campante esa paternidad..... hmmmm, en este texto me parece ver que no......
En fin, veremos como sigue el relato y donde acaban todos....
Un abrazo
Ahh, ¡Qué bueno, Spaghetti! ya me puse al dia.
ResponderEliminarGracias Myriam por todas tus aportaciones que me ayudan a ir mejorando el relato. Quizás no haya dejado claro que el profesor NO acepta la situación ni la paternidad, por eso sigue investigando, en el presente y pasado de su querida Sofía, tratando de dilucidar los motivos de su extraño comportamiento y seguir protegíéndola como un padre.
ResponderEliminarSi haces el cálculo de edades, verás que la diferencia es solamente de 10 años entre los dos.
Qué tendencia al enredo sentimos las personas...
ResponderEliminarCuánto "escaparatismo" sin profundidad,sin alma y sin espejos, porque, qué trabajo tan arduo mirarse fijamente y sentir el peso de la conciencia en la mirada,¿verdad?
Sigo hacia arriba.
:)
Besos.
Sí, lo dejaste claro, Spaghetti y es natural: muchos hombres eluden la responsabilidad de sus propios hijos (en casos de hijos fuera del matrimonio) y menos aceptan que le chanten un hijo de otro....
ResponderEliminarUna cadena de misteriosos azares heredados.
ResponderEliminar