miércoles, 3 de abril de 2013
La erótica de la inocencia (XI)
Iba a cumplir el primer año como profesor en la universidad del norte, cuando Marco Perttini recibió una nota del rectorado convocándole a una asamblea extraordinaria de profesores de su mismo grupo.
"Ante los graves acontecimientos acaecidos en ésta universidad en los últimos días, rogamos su asistencia a la asamblea extraordinaria para recabar información y todo tipo de informes, antecedentes o indicios que Ud. pueda aportar a cerca de los expedientados que abajo se mencionan, para el esclarecimiento de los hechos". Más abajo se relataban los nombres de tres muchachos de su clase y la firma y sello del rectorado.
El profesor Perttini poco pudo aportar en la reunión, apenas podía poner un rostro a los tres chicos de su clase de arte, pues asistían de forma muy irregular; pero pudo conocer los detalles de la denuncia presentada contra ellos por una muchacha del campus por acoso sexual. Según se decía en la denuncia, trataron de obligarla a subir a su coche entre tocamientos e insultos soeces y que fue rescatada por un jardinero del campus que declararía como testigo.
Marco dejó la asamblea abrumado y asqueado porque estas cosas siguieran ocurriendo en estos tiempos.
A la mañana siguiente, los informativos hacían eco de la noticia que ensuciaba el buen nombre de la universidad, y de la expulsión de los tres jóvenes de sus recintos, dejando la investigación en manos de la justicia.
Escribió el último correo a Miss Philimore hablándole de pasada de lo ocurrido y de la estúpida violencia generada por la locura del sexo reprimido. Le hablaba de la luz y de las sombras que conviven juntas y en sus versos, como cartas a nadie, dejaba entrever su soledad y su desprecio a un mundo agresivo con los débiles.
El silencio llegaba como un pájaro negro en una noche sin luceros y anidaba en el azul de su alma a la espera de un sol que se retrasaba indefinidamente.
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La vida y su transcurso como río imparable...
ResponderEliminarMis Philimore y Perttini nadando en el mar de la soledad mientras el caudal del vivir será quien decida si fusiona sus aguas.
La angostura de lo terrible no tiene tiempo,en todo lugar y época habida y por haber,existirán seres abyectos.
Besos.
Represiones en una sociedad que materia sexual sigue sin evolucionar y rozando la barbarie
ResponderEliminarTus letras como siempre, placenteras
Un besote
Siempre es un placer leerte. Obtusos siempre los ha habido y los habrá. Besos alados.
ResponderEliminarHorrible que sucedan esas cosas en los centros de estudio...
ResponderEliminarEsa imagen del sol retrasado define al personaje.
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