miércoles, 23 de octubre de 2013

La Verdad.

Sigo preguntándome dónde está la verdad, o si no hay más verdad que la muerte.
No quiero caer en ninguna clase de relativismo, aunque entiendo que lo que es obvio para mí, sea dudoso para otros y lo que para mi es dulce néctar, sea veneno para otros, por lo que evito discusiones, cuando siento que el fanatismo de cada posición es insalvable.
Es absurda la afirmación de que "todo es relativo", porque se anula a sí misma. Pero  la intolerancia, hija del fanatismo de las ideas; siempre resulta peligrosa o incluso destructiva, en cualquier intento de relación.
Puede ser que la Verdad sea un conjunto de todas las verdades individuales, por lo que hay que abrirse a los descubrimientos, aceptando las diferencias.
Es buen ejercicio la autocrítica, preguntarse por el fundamento de lo que creemos e intentar razonar lo que pensamos. Pero aquí también tenemos que tener en cuenta a Saramago cuando dice:

"Si antes de cada acción, pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables; no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos".

Esto nos lleva a caminar por inseguros senderos, bajo el permanente temor de estar en el camino equivocado, lo que hace de vivir una aventura fascinante. La comunicación es imprescindible, pero para que exista, debemos de abrir la puerta a nuevas ideas, intentando comprender las intenciones ajenas desde el cariño, dejando de lado los dogmatismos en los que creemos como algo inamovible.
Un ejemplo de éste maniqueísmo lo escuché de un viejo amigo cuando afirmaba que "Uno puede cambiar de ideas, de religión, de partido político; pero nunca del club de fútbol al que pertenece y ha pertenecido siempre", casi me mata de la risa, aunque, por respeto tuve que reprimir la carcajada.
Seguiremos adelante, con la Verdad colgada con pinzas, en un mundo cambiante en el que nada es lo que fue, ni lo que mañana será.







6 comentarios:

  1. jejeje, es relativo.
    Creo que la verdad es múltiple y a veces contradictoria, depende de cada cual, LA VERDAD, en mayúsculas no creo que exista parecería un dogma. Mi verdad está sujeta a error y sobre todo a debate, voy tirando con verdades cotidianas y alguna más o menos asumida.
    Besitoooooooooooooo.

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  2. La verdad, querido amigo, es la acción sincera. No hay más...

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  3. Ay Spaghetti, cuantas cosas sabía este hombre y qué poco dado a afirmar que las sabía era,¿verdad?
    Sobre la verdad también dijo aquello de mientras no alcances la verdad, no podrás corregirla; ahora bien, si no la corriges, no la alcanzarás...

    Creo que era algo así.

    Esto demuestra lo intrincado del tema porque la verdad es individual a la vez que colectiva, no somos más que un nutrido conjunto de verdades individuales, todas a respetar y todas aleccionadoras si quisiésemos aprender.
    Sin embargo, no somos muy proclives al descubrimiento de otras verdades ajenas a las nuestras, nos cuesta un mundo abrirnos a las certezas de otros.
    Así somos, para desgracia nuestra.

    "Puede ser que mi verdad sea para ti mentira. Puede ser, sí. La duda es el privilegio de quien ha vivido mucho, tal vez por eso no consigues convencerme para que acepte como certeza lo que me suena a falsedad."

    Saramago y sus profundidades oceánicas.
    Besos, querido Clown

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  4. hmmmm un tema denso...... Volveré a leerte con calma cuando vuelva a casa y te contesto ( la semana que viene) ahora te preguntamos Eva, La Zarzamora y yo algo en mi blog a propó de tu pregunta sobre la Huchette. Déjame ahi la resp. y buscamos la piedra para ti. Besos

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  5. Me pega fuerte este tema de la verdad, Spa. Estoy trabajando como acompañante espiritual de enfermos, en su mayoría terminales. Es una realidad ardua de acompañar, pero la verdad es que me sale hacerlo desde lo humano y no desde lo que algunos consideran "la verdad revelada". Mis compañeras se empeñan en entrar a cada habitación de seis, a veces de ocho pacientes, con una imagen enorme de Jesús de la Buena Esperanza, porque es la que representa a nuestra parroquia, y la parroquia nos aglutina y nos envía a acompañar. Pero ya he tenido varias charlas con mis compañeras y con el sacerdote que nos organiza en la tarea, porque creo que entrarle al enfermo con el Cristo no está del todo bien. No sé, es mi parecer. Muchas veces comprobamos en la práctica que la imagen repele. Entonces se sacrifica el contacto humano y la misión de acompañar por aquello que llevamos encima como "la verdad".

    En el tiempo que llevo haciendo esta labor he aprendido que los enfermos que se aproximan al misterio de una vida ya vivida, del dolor, de la desesperación, del sufrimiento, la angustia y el miedo a la muerte, atraviesan un momento de soledad suprema donde no se los puede acompañar: ahí se debe hacer silencio y quedarse firme al lado de ellos, nada más. Esa es la ayuda que necesitan: la presencia, pero no con el Cristo por delante, la presencia de una mano sobre el hombro, de un beso sobre la frente, de una mirada, un gesto apenas. Esos enfermos cuya vida inexorablemente se apaga extraen de todo eso que vivencian lo que nosotros desde nuestras creencias llamamos "verdad". La verdad es personal, la verdad no se transmite ni se enseña: se descubre adentro de cada uno, aunque el misterio de la vida y de la muerte jamás se termina de dilucidar.

    Para muchos la idea que les llevamos de un Dios que hará justicia, un Dios que es amor y misericordia resulta demasiado humana para ser "la verdad". Algunos son ateos, otros judíos, otros evangelistas: hay de todo. Cada cual se aferra a su propia verdad ante la muerte, y es menester respetar y abrazar esa verdad personal como acompañante del sufriente, sin intentar imponerle la propia como consuelo.

    Un abrazo verdadero!

    Fer

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  6. Qué pena que ya no contestes los comentarios...

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