martes, 8 de octubre de 2013
(I) DERECHOS RESERVADOS
(I) DERECHOS RESERVADOS
Acababa de realizar la maniobra de atraque en la dársena del puerto, recogió en una bolsa la ropa sucia y se dirigió a la lavandería que conocía en la isla. Cuando estuvo todo listo se cambió allí mismo con el olor fresco de la ropa limpia y se presentó en el restaurante donde cada año, en los meses de temporada alta, era contratado para amenizar las horas de las comidas con el piano de media cola.
Pero al llegar se sorprendió al comprobar el cambio producido en el local, convertido ahora en una franquicia de comida rápida. Preguntó por Miguel, el antiguo encargado del restaurante romántico en el que había tocado el piano los veranos anteriores, y le informaron que el viejo local había sido adquirido por una nueva empresa con una nueva plantilla y no quedaba nadie de los anteriores trabajadores.
Regresó a su barco con el corazón desolado, por no haber sido avisado y con los proyectos de trabajar con su música durante los próximos dos meses del verano, destrozados por el cambio.
Pensó en Raquel, la chica con la que mantenía relación mientras duraba su contrato en la isla, pero a esa hora, estaría trabajando al teléfono de la oficina, por lo que decidió llamarla al trabajo.
-¿En qué puedo ayudarle?- le contestó con tono desagradable una voz femenina.
-¿Raquel?, ¿eres tu?
- Juan! ¿ya estas aquí?, dijo ella reconociendo la voz del músico y quedaron para verse por la tarde. Ahora tenía todo el tiempo por delante y decidió dejarse caer en los brazos de la indolencia. Sentado en el muelle de la bahía, silbaba la vieja canción de Otis Redding, mientras contemplaba las velas de los barcos posadas sobre el agua como mariposas blancas.
A la hora pactada, Juan esperaba a Raquel, bajo el neón azul de la puerta del bar donde antes se podía fumar y ahora olía a fritanga. Cuando apareció, se abrazaron con cariño, después de un largo invierno sin experimentar sensación semejante.
-¿Vuelves para tocar en el restaurante?
- ¿Cómo, tú que vives aquí todo el año, no sabes que se ha convertido en una aséptica y anodina hamburguesería?
-Ah! No, no lo sabía, apenas me acerco a ésta parte de la isla que es más para los turistas...entonces, ¿has venido solo a verme a mi?
-Sí, dijo Juan un tanto dubitativo...pero no podré quedarme tanto tiempo, añadió. Y juntos se encaminaron por la tarima del embarcadero desapareciendo por la portezuela del camarote del barco.
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Quiero empezar este nuevo relato del que aún no he pensado en el título. Pero me gustaría que fuesen los lectores los que lo pusieran, por lo que espero que colaboren con su imaginación y elegiré el que crea más inspirador sin que se ofendan los no elegidos.
ResponderEliminarSi además, alguien me diera una razón por la que ha elegido su título, será bienvenida.
Gracias a todos los que participen en éste experimento.
Ana, propone "Las horas vacías"
ResponderEliminarMaría propone "Un velero"
Hola espaguetti, me ha encantado este comienzo, quizás porque soy una romántica empedernida y aún pienso como la protagonista que él solo ha venido a verme y no por otros motivos... nos llevas por la senda de los cambios que se producen en cortos periodos de tiempo y reflejas muy bien lo que nos afecta, por ello yo propongo "Cambios indolentes"
ResponderEliminarPatri, propone "Nostalgia"
ResponderEliminarMenchu, propone "Varado en la dársena"
ResponderEliminarEl tiempo es amigo de cambios y como él, son inesperados y dolorosos muchas veces.
ResponderEliminarEs como si la atmósfera se propusiera alertarnos de su autoridad sin límite.
La verdad es que no se me ocurre nada bonito y que describa bien tu nuevo relato, pero como parece que va de mudas...
No sé...tal vez, ¿Distorsiones?
En fin, ya ves que poco original, ja,ja,ja
Besos.
¿Influirá en la relación la entrada en la isla de la moda de las franquicias? Todo igual, nada propio...
ResponderEliminarInteresante propuesta...
ResponderEliminarEs un buen comienzo para una historia, pero he de seguir leyendo algo más para poder pronunciarme...Ufff, ¡esa mentira piadosa! Las mujeres nos lo creemos todo...
Sigo avanzando, besos