Canción sin música

Estaba tan cansada de la vida, tan cansada de esperar,
de ser la esposa modelo, de ser la perfecta dama;
que ni siquiera la consolaba el soñar con otra cama.

Quisiera volver a ser la que fue, volver a empezar,
a contar las estrellas del cielo, desde la estrecha ventana,
esperando las rosas antiguas de una infancia lejana.

Volvió a desear un príncipe o un bufón en celo,
que le aparte de este limbo, para empezar de cero.

Quisiera volver a ser virgen, para ofrecer a un canalla,
todo lo que perdió, por no luchar, sin librar una batalla.

Ésta felicidad cansina, se convierte en un infierno,
no vuelven las golondrinas a su balcón en invierno.

No hay un corazón en el remite de ninguna carta en el buzón,
los días azules se tornaron grises de rutina, de sabor dulzón.

Joven aún para llamar a la muerte, muerta el alma cada día,
vivió el cuerpo y el espíritu para ser enterrada viva.

Guardó siempre su infeliz secreto, siempre soñando
que un día frente al mar, un marinero la lleve volando.