martes, 3 de diciembre de 2013

LA FORTUNA





Ah! la Fortuna caprichosa, que reparte los bienes y las desgracias a su antojo con su dorada cornucopia. Deseada con tanto empeño que embarca en su busca a los hombres arriesgados y aventureros, pero la Fortuna no siempre sonríe a los honrados. En sus desvaríos favorece a los necios y deja la ocasión a los aprovechados.
Su visita puede ser inesperada para los honestos y su insolencia agasajada. Pues aparte de la suerte, solo hay dos formas honradas de enriquecerse en un corto espacio de tiempo. De cuna o de braguetazo.
Claro que existen otras formas de huir del infortunio y amasar riquezas, pero no son honradas.
Un hombre honrado puede recibir una herencia, convirtiéndose de pronto en potentado, porque uno no tiene la culpa de lo sinvergüenza que haya sido su padre o de la codicia de sus antepasados, llegándole la Fortuna por la vía de la cuna.
El braguetazo es la otra forma honrada de disfrutar de la abundancia, aunque el patrimonio sea ajeno. Casarse por amor con el que tiene dinero, es al menos, más decente y menos común que casarse por dinero, esperando que el amor llegue más tarde.
Aquellos que antepusieron la opulencia a la dignidad, pensando en que un día podrían volver a comprarla, se equivocaron y tuvieron que disfrazar la corrupción de estrategia económica, de crisis de mercados y de tanta palabrería inocua que no convence a nadie porque, de todos es sabido, que tal riqueza de uno es la miseria de muchos.
La Fortuna coronada con flores traídas del paraíso, tiene un pie en el aire, lo que le da cierta brevedad a su paso y su romance con la Fama no suele durar demasiado.


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