lunes, 16 de diciembre de 2013
La fiesta
Había empezado la fiesta. La música se extendía por toda la estancia principal y se oía también en la piscina cubierta junto a la que se habían dispuesto las mesas para la cena, con velas sobre centros de flores secas y otras flotando sobre el agua azul iluminada de la piscina.
La señora de la casa, joven y atractiva, contrastaba en edad con el anfitrión que lucía plateados aladares y ambos recibían en el vestíbulo a los más heterogéneos invitados, todos formalmente vestidos y alguno dejaba ver en su cuello arranques de tatuajes o discretos aretes de oro en el lóbulo de la oreja.
Durante el cóctel, cerca del mostrador de las botellas, se juntaban pequeños grupos de invitados que parecían disfrutar de la velada entre sonrisas y presentaciones. Pero la explosión de carcajadas de la señora llamaba la atención. Pasaba de unos a otros con su risa provocadora que le hacía temblar el generoso escote de su vestido ajustado y negro. Había algo artificial en su voluptuoso comportamiento, quizás provocado por la cocaína, que la liberaba de su jaula de oro, en la que se sentía atrapada por el lujo.
El anfitrión observaba a su joven esposa cuando ésta se quitó los zapatos y se sentó sobre las rodillas de un atlético invitado sin dejar de reír. Hizo una seña a una muchacha del servicio para que acompañase a la señora a su lado, pero antes de llegar a ella se incorporó la bella señora, dio un traspiés y cayó a la piscina. Inmediatamente el joven invitado se despojó de su chaqueta blanca y se lanzó al agua tras ella, ayudándola a subir al borde.
Cuando salió de la piscina, estaba realmente hermosa con el vestido pegado a su cuerpo perfecto por el agua y la cabellera empapada sobre los hombros. Desplegó su mejor sonrisa ante la atónita concurrencia y volvió a lanzarse al agua. Algunos invitados también se arrojaron a la piscina, vestidos como estaban y las mujeres los siguieron con sus trajes de noche y sus joyas. Alguien empujó a una dama que bebía alegre en el borde de la piscina con un vestido abierto por la espalda y cayó al agua.
El anfitrión encontró divertido el espectáculo y ordenó llenar las copas de los que nadaban y reían en el agua.
Por fin, la hermosa señora salió de la piscina, pero cuando se hubo incorporado, su vestido empapado, cayó de pronto hasta sus pies descalzos, quedando completamente desnuda a la vista de todos, como una diosa griega.
Dos jóvenes muchachas la envolvieron en una toalla y la empujaron hacia las habitaciones donde la dejaron a solas.
El champán, la música y las risas no dejaron escuchar los sollozos que provenían de la habitación, donde se mezclaron las salobres lágrimas de la dama con las gotas de cloro y agua que quedaban entre sus senos.
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Qué hermosa es la belleza sorprendida.
ResponderEliminarIngenua,tal vez a su pesar...
ResponderEliminarBesos.
Hasta el final, me estaba pareciendo frívola y sabes, la sigo considerando frívola aunque este llorando...quizás temor??
ResponderEliminarBesos Spaguetti, siempre consiguiendo que reflexione ...bien
Besos muchos ♥♥♥
Nos haces pensar
ResponderEliminarNos haces soñar
mil besos
Hola, Spa.
ResponderEliminarPobrecilla, fue un descuido y llora desesperada. A mí me produce ternura.
Besos, payasete.