jueves, 22 de mayo de 2014

Los Indiferentes.









Si hay alguien más repugnante que los poderosos y los políticos, son los indiferentes, los que no participan ni aportan nada, refugiándose en el espeso anonimato de la masa.
Siempre lamentándose de cualquier proyecto o idea sin ayudar a resolver el problema, porque creen que nada pueden hacer.
Si se quejan es para disfrazar su cobardía; parece que sigo oyendo desde aquí, sus pusilánimes lamentos y su pasividad que es aprovechada por los poderosos sembradores del miedo y manipulada por los políticos.
La indiferencia es el producto maligno de la ignorancia, porque el que no sabe poco puede hacer, pero el indiferente es aquél que no quiere saber.
La indiferencia nunca ha producido los grandes cambios de la historia, o como escribió A. Gramsci en 1917: "La indiferencia es el peso muerto de la historia". Los cambios son producidos por gente decidida, que toma parte y opina valientemente.
El indiferente no lucha porque espera que otro lo haga por él, no se asocia porque teme aportar algo que se vuelva en contra de sus miserables intereses.
Los indiferentes se esconden en los momentos en que se necesita el apoyo de todos para cambiar la norma o la injusticia impuesta desde el poder. Pertenecen a esa masa gris y asustadiza que se conforma con lo que le echen y mienten cuando les preguntan: ¿que has hecho tu para cambiar lo que criticas?.
Los indiferentes no son inocentes. Por su número y por su desgana son los responsables de lo que sucede.


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