viernes, 24 de enero de 2014

De fiesta en fiesta




Conducía satisfecho después de la actuación. Trataba de ser amable con los otros conductores por esas amplias e interminables carreteras que cruzan América. Puse la radio en mi dial favorito de música clásica en las mañanas y que al anochecer cambia al jazz.
Me adelantaron temerariamente algunos coches con esos tipos que se creen mejores conductores por ir más rápido y yo también pasé a otros que creen que conducir bien es respetar a rajatabla todas las normas y señales, cuando el mejor conductor es aquel que es capaz de ir sorteando a los cataplasmas e indecisos que tanto abundan en las carreteras, sin mayores riesgos.
Me detuve en ámbar antes de que cambiara a rojo el semáforo y vi a una rubia en el coche de al lado que sujetaba el volante con los dedos extendidos, porque se estaba pintando las uñas.
El tráfico se hacía espeso. El movimiento de un sábado por la tarde cuando la gente sale de fiesta a ruidosos locales de música eléctrica. Yo prefiero la fiesta privada y la música acústica, los sonidos naturales de los instrumentos de madera o la voz rozada de alguien que canta cerca. Cuando la música pasa por los cables, pierde su esencia y uno escucha lo que quiere el que maneja los botones en vez de oír al músico, con su sensibilidad o sus imperfecciones. pero es lo que ponían en la radio.
Hace mucho tiempo que no voy a una fiesta de invitado, porque me gusta trabajar para que otros se diviertan, y me aterra cruzar la pared invisible y presentarme en el otro lado. Solo en el cine o en el teatro encuentro la intimidad en la penumbra, aislado y entregado a lo que se me presenta como éste paisaje en movimiento que me ofrece la carretera desde el habitáculo de mi vehículo, cargado con los artefactos necesarios para mi espectáculo.

5 comentarios:

  1. Caray...pintándose las uñas?
    ¿En serio?
    Hay gente para todo, no cabe duda. Yo aparte de cantar a viva voz al compás de la música del coche, mi música, o hablar si voy acompañada, no puedo hacer nada más que conducir el vehículo, pensar y mirar absolutamente todo y a todos lados, intentando maniobrar sin ser un peligro.
    :)
    Y todos, todos tenemos miedo a estar de algún otro lado, así como todos, todos, tenemos un refugio donde nos sentimos a salvo de ese temor y tantos otros.
    Besos.

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  2. Como Alicia, traspasar al otro lado, no tengas miedo, encontrarás gentes y autos con vidas, músicas al atardecer, suaves, si quieres. Nada como el viaje.
    Besitos.

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  3. No llegó a decantarme si realmente conduce o lo imagina...en ambas situaciones, el protagonista vive en un silencio y una intimidad desde el otro lado. Igual quedó escarmentado en su vida y no esta a gusto más que en la soledad y dejando su imaginación volar con calma, sin interrupciones de frivolidades, de aquellos que corren por demostrar.., los que cumplen normas por no arriesgar...
    Esta es mi percepción igual por asociación de ideas comunes,

    Besos Spa y un abrazo envolvente ♥♥

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  4. Estar del otro lado a veces es práctico, otras puede llegar a cansar.

    Un beso

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  5. Ajjjjjjj y esa loca pintándose las uñas, no puedo creer que exista una que conduzca así.....

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