Permanentemente abierto
pero impenetrable,
como una puerta de un solo sentido.
Duro de vacío y blando de líquida tristeza.
Se apaga al llegar la noche
y aletea al sol de la madrugada.
Aprende solo con la mirada,
se alimenta de luz y se esfuerza
en ver más allá de las estrellas.
La música es de colores
en el pentagrama del arco iris,
proyectado en una gota de rocío.
Celestes como el mar y profundos,
Oscuros y misteriosos cuévanos,
Camaleónicos verdes,
enigmáticas turquesas.
Tenemos dos para toda la vida.
Ya sabes de lo que hablo,
No es una adivinanza escondida.
Y con ellos nos entra el mundo y se nos sale el alma.
ResponderEliminarHay que abrirlos bien y esparramar la vista, para alcanzar ese infinito que en cada paso se amplía.
ResponderEliminarEl comentario de Pedro, lo dice todo.
Besos
Gracias Mimosa por estar ahí con los ojos abiertos.
ResponderEliminarPedro tu lo resumes en una sola linea ... me gusta.
El ojo que tú ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque él te ve.
ResponderEliminarAntonio Macchado.
Tienes buen ojo, me gustan tus ojos que todo lo alcanzan. Siempre abiertos y despiertos.
Un abrazo.
Hay que saber mirar con los ojos del alma, no todos pueden...
ResponderEliminarDicen que los ojos son el espejo del alma, según como se mire, así será el alma que reflejan.
ResponderEliminarEsta entrada es muy poética. Me ha gustado mucho.
Un beso.
Mercedes