jueves, 30 de octubre de 2014

El mundo ignorado



Cuando le tocó el turno a esta parte de la tierra, salió el sol. Se iluminaron las blancas sonrisas en los oscuros rostros de los habitantes, se alegraban de conocer un nuevo día y sus cuerpos alargados se dirigían en procesión hacia el agua.

La otra parte del mundo estaba en tinieblas. Cuerpos orondos de glotonería y sobrealimentados yacían en sus respectivos lechos.

El mundo ignorado seguía iluminado por el resplandor de mil soles fragmentados en las aguas doradas de la cascada. Los pies descalzos danzaban al son de una improvisada arpa, mientras ascendían por el sendero que regresa desde la mañana, hacia el rubio ocaso de la aldea.

En el otro lado, el alba se despereza. Los nichos vuelcan torpemente su contenido sobre las arterias resecas, que pronto se avivan de un frenético flujo y reflujo. El tiempo escasea y no hay manantial ni cascada donde broten horas nuevas.

En el crepúsculo sobre la aldea, cantaban los grillos y las cigarras repartían lo que tenían, que entre todos no era nada. Felices porque ignorados, ellos también ignoraban todo lo que en la otra parte del mundo sobraba.



2 comentarios:

  1. Me quedo con la riqueza de este mundo ignorado: manantial, amanecer, playa, etc.

    Besos, Spaghetti

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