lunes, 18 de noviembre de 2013
Donde los cuentos duermen.
Cuentos, fábulas, historias...me invento la vida de lo que veo, en este collage risueño de lo que siento.
Los niños exigen lo imposible, lo que creen que solo un mago puede hacer y lo consiguen. Se contagia la candidez de la infancia entre caléndulas, retenida en el neocortex, pero que la traición de la memoria dibuja estrellas donde nunca estuvieron. Por una asombrosa coincidencia, nos hace crear paisajes prehistóricos o sobrenaturales habitados por gigantes que los delirios de la razón recrean.
Todos los cuentos se enredan en chorreantes volutas de ensueño, atravesando peligrosos puentes entre la virtud y la miseria para llegar a un final feliz donde triunfa el amor y la paz en una nube de cobalto.
Al final, estalla el silencio cuando huye el ufano griterío de las púberes almas y ya nada se mueve, el viento se calla, escucha a los árboles desnudos, la apnea intermitente del sueño de las rosas.
Recojo mis cosas lentamente, un lejano barrendero amontona las hojas, la tarde se precipita prematura y la luz azul vuelve a envolver el escenario vacío donde los cuentos duermen.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
La vida misma es un escenario y bajo su carpa, los adultos retrocedemos a veces a esa infancia en la que un mago, malabarista de la invención, nos haga estallar por dentro de felicidad y entretenimiento.
ResponderEliminarCómo no los niños!
Besos.
ya imagino lo que eres capaz de hacer con los niños o para
ResponderEliminarellos, con ellos.
Ogros y hadas, príncipes y sirenas, necesitamos siempre esos cuentos.
ResponderEliminarSiento esa melancolía que despiden tus letras, el barrendero y amanecer o atardecer, pérdidas y recuperar las sonrisas, hermoso. Un besito.
Quizá la mejor forma de un cuento sea la efímera.
ResponderEliminarCuando no se cree lo posible, nada tiene ilusion. Solo se ve unas nubles plomizas.
ResponderEliminarUn bso.