La Bella Durmiente

Siempre soñando despiertos,
apuntan al techo los ojos abiertos.
Tendida sobre la cama
del amor de su vida,
vuelan con duendes y hadas
todas las horas del día,
sus húmedos y cálidos labios
ausentes de besos soñados,
se abren ansiosos al aire
de la mañana fría.
Su melena se desparrama
como hiedra sobre las sábanas
y los pechos dorados por la brisa
de lejanas dunas aladas.
En la penumbra espera
al ángel que sus noches vela.
Los blancos contornos de su cuerpo
destacan sobre corales relucientes
de la sangre que vierten
las tres puñaladas en el vientre.