del que ganó una batalla después de muerto.
Regreso por el camino del cielo,
sobre las blancas nubes,
bajo las horas grises,
al lugar donde nací, al que pertenezco hasta la muerte.
Donde me deshacen los recuerdos,
donde sufrí y donde amando tenté a la suerte.
Puedo ver mis huellas desde el cielo,
los laberintos de la juventud
y los oscuros abismos del deseo,
los caminos que recorrí y los que soñé,
los que otros abrieron para mi, y los rehusé.
Regreso a la canción de cuna,
al solar desaparecido de la casa familiar,
al calor de los amigos y las musas que la luna
atraía hasta mi altar.
Ahora que vuelvo no me acuerdo de lo que dejé,
puede que me sorprendan las cosas que el óxido
del olvido no puede envejecer.
Desde el cielo me pregunto, si las flores de la música
aún me esperan para bailar.
Cuando uno ya no recuerda lo que dejó sabe que está en condiciones de volver.
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