La pianista en su rincón interpretaba una mezcla heterogénea de notas navideñas
casi sin llamar la atención. Un mundo sin sentido de conversaciones rotas y rumores de aventuras exageradas, le daba la espalda.
Ya nada importa. Pasó su juventud de doradas primaveras entre la música y el amor, haciendo guiños al cíclope que le hacía promesas imposibles. Ahora es ya mayor, y sus dedos afilados recorren como una araña el teclado, suavemente, sin pasión. No espera grandes aplausos por su oficio. Sabe que es parte de la decoración, que la música y las artes visuales se han llenado de nombres en una absurda carrera por alcanzar un peldaño en la escalera de la fama, que para ser el primero en algo, hay que diseccionarlo en partes tan pequeñas, que resulte más fácil el ascenso. Así pues, la música y el arte se han fragmentado en tantos estilos y etiquetas que cualquiera puede decir que es el mejor en su relativismo. Ella lo sabe y una sonrisa asciende como una mueca de aceptación entre sus pómulos.
Esta te desea Jánuka sameaj.
ResponderEliminarBesos
Ella lo sabe, y tu y yo, también.
ResponderEliminarUn beso, apreciado "payaso" de risas y lágrimas.
Mercedes
Déjame que este excelente texto se condense en el título de tu entrada: hay toda una novela dentro.
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