Vuelve la oscuridad.
Más veloz aún que la luz, a la que empezó convirtiendo en dulce penumbra, la fue empujando suavemente, arrastrando los besos de las musas, y cerrando los ojos al deseo.
Ahora las tinieblas lo llenan todo y todo lo amplían deshaciendo los muros y los contornos, haciendo el espacio inmenso, abriendo el universo.
La negra luz opaca encubre la vida con su único color y abre el manto de los misterios.
Camino a tientas hasta donde debían estar los muros, asegurando los pasos ante el temor de un precipicio sin fin, las manos por delante atrapando el vacío y los oídos atentos, la respiración contenida para evitar interferencias y no siento el peso de mi cuerpo, ya no hace presión sobre los pies descalzos, estoy flotando.
Solo es un sueño, Spaghetti, pero tienes que despertar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Towanda, tienes razón soñé que me despertaba, b
ResponderEliminarsssosss
¿y si el sueño fuera lo que llamamos vida y en realidad la luz siempre fuera opaca?
ResponderEliminarPedro, acertaste, es precisamente esa pregunta la que me hago. Puede que esa luz opaca sea la frágil frontera entre la vida y el sueño, cosas que acaban fundiéndose de tanto trasiego.
ResponderEliminar¿Donde está el límite entre el sueño y la realidad? Línea difuminada.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la atmósfera que le has dado al poema.
Un beso.
Mercedes.
gracias por regalarnos la belleza de tus versos sensible poeta, besinos miles de esta amiga admiradora.
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